Lo que nunca les pasó por la mente a Pedro y Andrés

Marcos 1:14-20

^"14 Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, ¹⁵ diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio (Mt. 4:18-22; Luc. 5:1-11) .¹⁶ Andando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés su hermano, que echaban la red en el mar; porque eran pescadores. ¹⁷ Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres. ¹⁸ Y dejando luego sus redes, le siguieron. ¹⁹ Pasando de allí un poco más adelante, vio a Jacobo hijo de Zebedeo, y a Juan su hermano, también ellos en la barca, que remendaban las redes. ²⁰ Y luego los llamó; y dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, le siguieron".

Si alguno hubiera podido leer el programa que tenía Jesús de Nazaret cuando salió a las calles a predicar su evangelio, hubiera pensado inmediatamente que el primer paso que dio colectando a esta clase de hombres para que fueran sus alumnos y posteriores predicadores, era una gran equivocación, y que había comenzado mal. Sin embargo él demostró que estaba en lo correcto y cuando los atrajo hacia sí es porque sabía lo que podía hacer en ellos y con ellos, y para otros. Aquel Hombre se reía del mundo y lo pondría patas arriba cuando estos primeros empezaran a abrir sus bocas (Hch. 17:6).

Con un poquillo de imaginación se puede ver que esto que Jesús está haciendo es hermoso, regresar por donde estuvo predicando el evangelio e ir recogiendo sus gavillas, es decir formando su grupo de testigos autorizados o apóstoles para que fueran recipientes de su doctrina, y una vez habiendo ascendido al cielo ellos fueran el Nuevo Testamento para el mundo. Tenía la seguridad que el mensaje de salvación que había predicado no se habría quedado sin frutos (v. 15). No pocos vieron una oportunidad preciosa al enterarse que el largo tiempo esperado se había cumplido y que tenían al alcance de la mano la puerta para entrar al reino de Dios; y enseguida hicieron lo que se les demandaba, confesar a Dios que eran pecadores y lamentarlo, y creer el mensaje de fe que Jesús les había predicado.

Eran pescadores en los que mejor efecto tuvieron sus sermones. Algunos de ellos estaban ocupados en ese momento echando las redes en el mar de Galilea y otros en la orilla reparando las redes que se encontraban dañadas. Y Jesús se quedó mirándolos y sintió compasión de ellos, y a su vez al reconocerlo estuvieron atentos por si les volvía a hablar, y así lo hizo. Les dijo, "dejen lo que están haciendo y acompáñenme que en este momento les cambio el oficio para una ocupación superior", y ellos ni lentos ni perezosos al momento se desocuparon y empezaron a caminar junto a él oyéndolo para aprender a predicar y ganar hombres para el reino de Dios, que es lo que el Maestro les había propuesto.

El primer grupo que entró a ese Primer Seminario fueron Pedro y Andrés su hermano, y el mismo día también recibieron admisión Jacobo y Juan; estos primeros cuatro fueron los que compusieron el primer curso porque cuando los otros restantes llegaron ya ellos tenían algunas lecciones aprendidas que los posteriores tendrían que apurarse para alcanzarlos. Estos hombres no fueron enlistados en el pórtico de alguna universidad ni dentro de los escribas y rabinos sino donde ninguna cultura podrían aprender, ganándose la vida en la pesca. Si aquel Santo Visionario proyectaba cambiar el mundo, en apariencia estaba escogiendo la gente equivocada, personas ignorantes que no podrían cumplir con un programa amplio de enseñanza ni subirían de cátedra en cátedra hasta llegar a ser reconocidos como lumbreras. Aparentemente no podrían ni siquiera imaginarse o soñar con que lo que estaba haciendo, al enseñar a estos iletrados doctrinas que estaban por encima de sus inteligencias, y que por mucho que él se las explicara con sencillez, parecería que aún no acababarían de aprenderlas y por supuesto menos aún como para transmitirlas; pero el Visionario sabía lo que estaba haciendo echando el fundamento de su Nuevo Testamento con lo "necio del mundo para avergonzar a los sabios" (1 Co. 1:27); y éstos hombres fueron aprendiendo como no se pensaba, y llegaron a predicarlas con maravillosos resultados, y hasta escribieron libros (epístolas) sobre ellas y sus aplicaciones; y por añadidura a las lecciones memorizadas les entregaba un ejemplo imborrable en su conducta, y por sobre todo eso antes de dejarlos y encomendados a proseguir su ministerio, llamó a su Espíritu Santo para que continuara formándolos y capacitándolos para la meta que él se había propuesto.

Y los tiempos pasaron y pasaron y han dado testimonio de que Aquel Visionario sabía lo que estaba haciendo y no fue defraudado, porque ellos fueron dejados trabajando en la construcción de una sociedad y de un mundo que no necesitaba los adelantos de la ciencia ni las cátedras universitarias, sino un mensaje distinto que se allegaría al hombre con el poder divino y lo transformaría, dejando a todos boquiabiertos y no quedándoles otro remedio que confesar que estaban sorprendidos de lo que eran capaces estos que habían andado con Jesús (Hch. 4:13). Jesús sabía lo que estaba haciendo y lo que haría con ellos, lo que nunca les pasó por la mente, cambiarles las redes por el evangelio y los peces por hombres.