Una lengua húmeda con la saliva de Jesús
Marcos 7:31-37
“31 Volviendo a salir de la región de Tiro, vino por Sidón al mar de Galilea, pasando por la región de Decápolis.32 Y le trajeron un sordo y tartamudo, y le rogaron que le pusiera la mano encima.33 Y tomándole aparte de la gente, metió los dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua; 34 y levantando los ojos al cielo, gimió, y le dijo: Efata, es decir: Sé abierto. 35 Al momento fueron abiertos sus oídos, y se desató la ligadura de su lengua, y hablaba bien. 36 Y les mandó que no lo dijesen a nadie; pero cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban. 37 Y en gran manera se maravillaban, diciendo: bien lo ha hecho todo; hace a los sordos oír, y a los mudos hablar”.
Este hombre no era totalmente mudo, la palabra que el evangelista utiliza quiere decir sólo que tenía dificultad para hablar, cierto impedimento. Lo que sí era sordo, y ya eso era suficiente problema para poder hablar porque no escuchaba lo que otros decían ni tampoco su voz. En la práctica era sordomudo. A juzgar que cuando fue sanado inmediatamente comenzó a hablar bien (v. 35), indica que su problema no era innato, y eso quiere decir que se quedó sin la audición en algún momento de su vida. Lo que pudiera ser de nacimiento es su tartamudez. Es curioso y es importante el hecho que este hombre no vino a Jesús por iniciativa propia, sino que otros lo animaron y lo acompañaron para que pidiera su sanidad (v. 32). Serían sus buenos amigos o parientes, que no imaginaban el bien que le estaban haciendo al reino de los cielos.
Este milagro Jesús prefirió hacerlo en privado, supongo que para no incrementar su popularidad (v. 33); la forma de hacerlo usando su saliva es similar a las de otras veces (8:23; Jn. 9:6). Parece que aquí escupió su dedo y con el tocó la lengua del tartamudo. Indicando con eso que cualquier cosa que salga de él es santa y trae bendición. Y este hombre en especial será bendecido. Si hay sanidad en su saliva ¿no la habrá en su sangre y en su palabra? Por supuesto que mucho más.
Hay algo que es un poco diferente a otras señales que él hizo, no realmente que haya levantado sus ojos al cielo, pues se supone que a menudo lo hacía cuando oraba. Lo diferente es que quisiera como taladrar sus oídos con sus dedos, y más que eso el hecho de que acompañara su súplica al Padre con un gemido (v. 34) o "suspiro".
Éste es un milagro como si lo hubiera tomado de forma personal y le costara trabajo y fuera difícil, o lo hiciera sufrir, y de forma especial intercediera por el tartamudo. Ese gemido es lo más importante que ocurrió en esa escena, y es la transmisión audible en el Espíritu Santo, de todo lo que sin palabras quiso decirle a Dios. Si de esta forma tan profunda oró por este hombre es que el caso de él presentaba obstáculos a la manifestación de la gracia divina, y percibiendo el Señor tal impedimento, no físico sino espiritual, moral, lo cura de un modo especial, horadando sus oídos y poniendo su habla en la de este mudo.
Recordando que este hombre no llegó a Jesús por su propia iniciativa sino que parece que lo animaron y un grupo lo trajo, y después del tratamiento que recibió que ya he descrito, este señor pudiera haber sido incrédulo, y la forma de sanidad que le aplican y los suspiros que saca del pecho del Maestro, fueron aplicados para convertirlo en creyente y que saliera de aquel lugar convertido en un hombre diferente. Así que lo de la saliva y los dedos conjuntamente con la opresión en el pecho de Jesús cuando oraba por él, son los esfuerzos del Salvador para hacer discípulo a este caballero que vino incrédulo y se fue creyendo. Lo único que se dice después de su recuperación fue que "hablaba bien" (v. 35).
Expresamente no le dijo que no testificara de lo que había Dios hecho con él, eso se lo dijo a los acompañantes (v. 36); de él sólo se dice que le soltaron la lengua y recuperó el habla. Yo me imagino, y es sólo una imaginación que habría cierto ministerio para este hombre que podría usar sus oídos y su oratoria en predicar "bien" de lo que había visto y oído.
Sólo me resta una cosa, el hecho de que esta palabra caldea, "efata" hubiera sobrevivido por mucho tiempo y la gente la recordara de tal modo que el apóstol Pedro y Juan Marcos las repiten aunque tengan que traducirla (v. 34). Algo así ocurrió con la frase "talita cumi” o "niña a ti te digo levántate" (5:41); y eso especialmente dentro de los oyentes de la circuncisión a quienes ministraba el apóstol Pedro, porque para un auditorio mayormente gentil el evangelista Lucas (8:54), escribe la traducción sin mencionar la palabra aramea. Así que "efata" fue popular dentro de los judíos; y eso tiene que ocurrir principalmente si el que recibió la sanidad por medio de ella la repetía ocasionalmente, porque con una sola palabra recibió los dones de la gracia.
Después de haber especulado un poco, si mi suposición tiene algo de cierta, este hombre fue uno de los constantes voceros de su milagro, es decir un cierto predicador voluntario, y que su ministerio de la Palabra (indicado por la saliva de Jesús y los oídos abiertos) costó a nuestro Señor tanta intensidad en su oración y suspiros, para que tuviera bien abiertos los oídos y una lengua desatada de la incredulidad, y húmeda siempre con la saliva y las palabras de Jesús.
Humberto:
ResponderEliminareste señor pudiera haber sido incrédulo, y la forma de sanidad que le aplican y los suspiros que saca del pecho del Maestro, fueron aplicados para convertirlo en creyente
Anoche estuve haciendo con una hermana, un estudio on-line de la Palabra sobre Gálatas 4:21-31, es decir, sobre las alegorías de Agar y Sarai.
Mencioné -con el fin de refutar la noción pentecostal de que Dios solo puede obrar en la persona si esta tiene fe- que Sarai no tenía fe alguna en las promesas del Señor.
Es su incredulidad -su risa- aquello que da nombre a Isaac.
No obstante, a pesar de su falta de fe manifiesta en el Señor Dios, éste obra milagros a través de ella, una mujer estéril, menopáusica y anciana.
Y de -ahora sí- Sarah y del sordomudo aprendemos que Dios obra milagros en las personas por pura Gracia, no como respuesta a nada que pudiera haber en las personas.
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Renton, amén; estoy totalmente de acuerdo contigo en lo de Sara y en lo del sordomudo ya lo leíste. Tienes razón, y estoy de tu lado. Eso ocurre en Génesis 18:12; esa es una risa de incredulidad que es a la que tú te refieres. Por la gracia de Dios; pero cuando la promesa se cumplió, cuando vio la gracia de Dios en ella, entonces se rió con fe y dijo que todo aquel que oyera de su experiencia con la incondicional gracia de Dios, se reiría con ella (Génesis 21:1-7). Tal vez con un poquillo de vergüenza por haber dudado en el pasado, pero complacida con el triunfo del que da la fe por sobre todas las cosas. Dios nos hace reír muchas veces con risas santa y llenos de gratitud, no como el gozo de los impíos que es como el ruido de las espinas debajo de la olla (Ecle. 7:6).Esta risa el mundo no la conoce ni la puede dar.
ResponderEliminarMuchas gracias, mi querido hermano por este estudio que me ha permitido enfocar en la manera correcta lo que antes pensaba. ¿Qué pasaba? Cuando leía lo de escupir y el toque en la lengua, no sé porqué razón se me hacía...¡augh! ¿cómo poder explicarme?, pero era algo que se me hacía un poco...hmmmm...bueno, no hallo la palabra correcta, pero al leer este post, a la ciega -yo- se le han abierto los ojos, ¡y ahora veo!: "costó a nuestro Señor tanta intensidad en su oración y suspiros, para que tuviera bien abiertos los oídos y una lengua desatada de la incredulidad, y húmeda siempre con la saliva y las palabras de Jesús." Muchas gracias querido pastor, porque ahora no siento mas que agradecimiento hacia nuestro maravilloso salvador y Señor.
ResponderEliminarChuiquitos!!!! :]
Isa,voy a poner otra entrada parecida, sugerida por tu aprendizaje de esta de modo que halles gusto en todos los pasajes de la Biblia, incluyendo esas divinas escupidas.
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