Volveremos a tener la dimensión que tuvimos otrora
“En aquel tiempo haré retoñar” (Ezequiel 29:21).
Nuestro Señor no se da prisa para maldecir a sus higueras que no producen fruto como antes; es cierto que lo hizo con una, pero fue para dar un ejemplo de fe a sus discípulos, estaba menos enfadado con ella por su falta de frutos que para hacerles pensar a ellos en la fe. Nunca hallarás en sus sermones que él se de prisa en desarraigar a los que ha plantado su Padre celestial, al contrario, siempre pide una oportunidad para regarlos y ayudarlos a que se recuperen (Luc. 13:6-9). Para Jesús la más pequeña flor plantada por Dios tiene importancia, es parte de su jardín y si por ventura algo le sucediere y ella perdiere su perfume, su belleza, él deja el espacio donde ella se encontraba porque sabe que la raíz de la palabra se halla en la tierra y puede retoñar.
¿No has leído cómo el cabello de Sansón comenzó a crecer después que había perdido toda su fuerza y su vista? (Jue. 16:22); su pelo retoñó y eso indica que hay esperanza para los que han pecado contra Dios, si han estado una vez en el pacto y han sido ungidos con el Espíritu Santo; se recobran poco a poco y van ganando despacio cierto grado de fortaleza y de comunión con el Señor. Volveremos a tener la dimensión que tuvimos otrora. ¡Por la perseverancia de la gracia! ¡Cristo no deja obras inconclusas!
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