Lee literatura sagrada
Daniel 5:25-30
“Y ésta es la inscripción que fue trazada: Mene, Mene, Tekel, Ufarsin. [26] Esta es la interpretación del escrito: Mene: Dios ha contado tu reino y le ha puesto fin. [27] Tekel: has sido pesado en la balanza y hallado falto de peso. [28] Peres: tu reino ha sido dividido y entregado a los medos y persas. [29] Entonces Belsasar ordenó que vistieran a Daniel de púrpura y le pusieran un collar de oro al cuello, y que proclamaran acerca de él, que él tenía ahora autoridad como tercero en el reino. [30] Aquella misma noche fue asesinado Belsasar, rey de los caldeos”.
Dios no le susurró al oído del rey estas palabras. No tuvo una visión angelical. No se le apareció en sueños, sino por medio de la literatura sagrada, que leyó él y la leyeron muchísimos. No fue un libro que le entregó diciéndole “toma y lee”. No se le llevó a una biblioteca para que examinara gruesos volúmenes y diferentes versiones de la Biblia. Fueron sólo cuatro palabras. Y ya. Nada más. Era todo lo que necesitaba entender. Podía, salvarse “con poco”, no “con mucho” (Hch. 26:29). El Señor hace cosas extrañas para salvar a un hombre como para anunciarle su condenación.
Y mira de qué forma reaccionó Belsasar cuando supo de su condenación, premió a Daniel (vv. 24-30), pero nada hizo para cambiar su suerte. Se asustó sobremanera por la aparición sobrenatural de aquella mano (v.6), sabía que estaba escribiendo en contra suya sus pecados, pero ni siquiera se encogió de hombros. Pensó que se trataba de una experiencia maravillosa y que al amanecer haría una gran decisión. Pero no amaneció vivo.
Sólo tenía unas pocas horas para arrepentirse, esa noche vendrían a pedir su alma (Luc. 12:18-20). Aquella noche, cuando en su gran fiesta profanó los vasos sagrados, llegó su pecado al colmo (8:23; 1Te. 2:16; Ge. 15:16). Esa era la última gota que faltaba para que el vaso de la ira divina se desbordara y perdiera toda oportunidad de misericordia. Por esa razón el anuncio le llega sin una gota de gracia, sino en palabras de condenación.
No le trajeron el sermón en un lenguaje claro que pudiera entenderlo, hubo que registrar el reino para hallar a un intérprete celestial y ya el tiempo que le quedaba para aprender más y pensar era poco y su destino no pudo ser cambiado. ¿Cuándo será la última vez que Dios le envía unas pocas palabras para que las lea y actúe inmediatamente? No se trata que responda y diga ¡qué bonito! ¡Me gustó mucho! Y le envíe un premio al autor sino que reflexione en lo que leyó, busque quién le interprete esa literatura sagrada aunque le estén escribiendo contra sus pecados. Oh Dios se nos acaba la vida, que ahora que podemos leer lo que escribió la mano de Pablo, Mateo, Juan; que podemos leer literatura sagrada y hay maestros e intérpretes que nos ayudarían a entenderla, lo hagamos. Nadie sabe cuándo llegará por última vez a nuestros ojos una buena literatura cristiana de salvación.
¡Muy buena reflexión querido pastor! Pero el humano que ha perdido toda sensibilidad con respecto a Dios, este es su final. Dios siempre tiende la mano...
ResponderEliminarSaludos.
La Biblia es la corona de la literatura sagrada, incomparablemente como arte y contenido a cualquier otro libro religioso, y cualquiera otro que contenga mucho de ella, superior también será, y sabio es aquel escritor que absorbe en su obra la mayor cantidad de ella que pueda. Si el hombre pierde su sensibilidad, como dice Pablo, se entrega “con avidez a cometer toda clase de impurezas” (Efe.4:19). Y por supuesto ¡qué va a leer la Biblia o un sermón! Muchas bendiciones del cielo y de la tierra.
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