Sabatistas, ayunadores y culteros
Isaías 58.1-15
Este es un pasaje bello, pero sopórteme
por esta vez que use la palabra de Dios como “martillo” (Jer. 23:29); y ruego a
Dios le alivie los dolores que por esculpir la imagen de Cristo yo le produzca.
Ellos reclamaban a Isaías que habían cumplido su deber religioso ayunando y
Dios no les había respondido. Acosaban al profeta con preguntas y reproches como
si fuera gente sincera. Pero ninguna práctica religiosa es efectiva si no
se vive una vida justa.
La falta de contestación de Dios no
tenemos que buscarla en la religión sino en el trato con el prójimo. Las
oraciones del marido las estorbaba la aspereza con su mujer. Sépalo seguro,
adorador, que si Cristo no nos hace más humanos no nos ha hecho cristianos. Un
cristiano sin compasión hacia los seres humanos es metal que resuena o címbalo
que retiñe. Aunque las formas afectan el contenido pudieran sólo encubrir algo
distinto y la apariencia no ser lo real. La “forma de la verdad” (Ro. 2:20), no
es precisamente la verdad. Se viste como ella pero es una impostura. No
cumplamos ceremonias, hermanos, sino mejoremos nuestra calidad humana. De
Spurgeon se ha dicho que era el predicador menos ceremonial del mundo. Pero
hizo un orfanatorio.
¿De qué doctrina calvinista hablan, o
arminiana, señores, si no reflejáis la bondad de Dios? ¿De qué vida espiritual
hablan si no existe la justicia social? Si no tengo amor de nada me sirve la
religión.
Tenían problema con la esencia del ayuno y con la
práctica del sábado. Lo cumplían pero en su forma, les pasaba con el día de
reposo lo mismo que con el ayuno. Lo vivían ceremonialmente, como parte
importante de la religión pero no para provecho de la vida de ellos.
Eran igualmente desobedientes a la ley de Dios. No trabajaban el sábado
pero no les aprovechaba espiritualmente. Eran sabatistas pero no “javistas” (de
Jahvé o Jehová). No se transformaban. Entraban y salían del templo siendo los
mismos, sin ningún cambio, sin hacer alguna adquisición o comprometerse con una
renuncia. Iban el sábado derechitos al templo, y puntuales, sin sacar de allí
alguna delicia en ese santo día. Continuaban siendo injustos, y sólidos en la
incredulidad. Salían del culto y media hora después toda impresión espiritual,
si sintieron alguna, se había esfumado. Estos culteros sabatistas y ayunadores,
y si hubieran sido domingueros, no daban esperanza al profeta, que algún día
cambiarían.
¡Ya, se acabó!, tiro mi martillo y por favor, aunque
le haya estado hablando a una roca, sea bueno con los demás.
Jajajaja hermano amado. Muy buen escrito, por la gracia del Señor.
ResponderEliminarLa Gracia del Señor sea en sus vidas. :D
Bravo!
ResponderEliminarIfdy, gracias mi querida hija. Bravo por ti. Tu Daddy.
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