Abrieron las puertas de la iglesia de par en par
Sus sacerdotes violaron mi ley, y contaminaron mis santuarios; entre lo santo y lo profano no hicieron diferencia, ni distinguieron entre inmundo y limpio (Ezequiel 22:26).
¿Es extraño que el pueblo se haya convertido en una escoria moral (v.18, no política) cuando los mismos sacerdotes no hacían diferencia entre lo santo y lo profano, entre lo inmundo y lo limpio? Hubiera sido mejor que no oficiaran, que renunciaran al oficio sagrado; pero no lo hicieron, retuvieron la designación divina pero sin la ley divina.
Literalmente dice “forzaron” la ley divina, le dieron falsas explicaciones, le hicieron decir lo que no decía, lucharon con el significado de los textos bíblicos para que dijeran lo contrario al recto significado y así instruían al pueblo y ganaban la opinión social que los tenía como progresistas y modernos.
Aquellos antiguos admitían en el culto a Jehová lo mismo un cordero que un cerdo, lo que se debía y lo que no. Era mucho más fácil mantener un ministerio así donde lo pagano y lo santo eran bienvenidos. Los sacerdotes se acomodaron a la sociedad y le abrieron las puertas de la iglesia de par en par; por ende, dejó de existir un sacerdocio con la ley de Jehová.
Ya hoy hay pastores homosexuales y mujeres obispas y pastoras ordenadas al ministerio; y argumentan con la propia Biblia para defender sus posiciones. Han ido introduciendo cambios en sus congregaciones donde cada vez hay menos y menos ley de Dios, más alabanzas que predicación, más métodos que dirección divina, y el pragmatismo ha sustituido a la fe y la doctrina de la inspiración.
Y más aún, usan medios profanos para adorar a Dios y salvar las almas inmortales. En los grupos de esos sacerdotes no se oye la diferencia entre música religiosa y la profana porque la popular ha sido hecha sagrada por la letra y ¡Dios mío!, hasta los santísimos salmos dejan de estar al servicio del espíritu para estarlo al de la carne y son cantados con tonos folclóricos o se vuelven bailables. El testimonio personal se ha aflojado increíblemente y tampoco en no pocos casos indica que haya una diferencia entre lo inmundo y lo limpio. Los jóvenes de Israel no hacen diferencia entre iglesia y mundo, entre lo de Cristo y lo de Baal, y los enyuntan, y a veces hasta los adultos se visten, se marcan la piel igual que los paganos, danzan como ellos y viven con poquísimo decoro. Señor envía tu Espíritu de santidad sobre los sacerdotes que ministran en tu obra y que enseñen a tu pueblo a ser diferente.
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