Dioses, amuletos y talismanes, objetos para superstición
Las
baratijas religiosas desaparecerán, me alegro
GENESIS 35:4,
“Entregaron,
pues, a Jacob todos los dioses extranjeros que tenían en su poder y los
pendientes que tenían en sus orejas; y Jacob los escondió debajo de la encina
que había junto a Siquem”.
Figuras de dioses, amuletos
y talismanes, objetos extraños para superstición (31:19), que les colgaban de las orejas. Posiblemente no
tendrían mucho valor y fueron rotos en pedazos y después sepultados. Si
hubieran sido de oro o plata podrían haberse derretido y convertido en dinero (Jos.3:5).
Esto es una conversión.
Tendría
que saber que a su familia se le estaban pegando las costumbres de las
naciones, especialmente por el contacto con los cananitas y los de Siquen. Uno
debe estar atento a la vida religiosa de la familia y sus atrasos y adelantos y
de vez en cuando hay que ordenar un registro y regresar a la antigua pureza
poco a poco perdida. Tal vez hay que regresar hasta donde se perdió el “primer
amor” y rescatarlo de un presente frio o tibio, casi sin ternuras existentes
(Apc. (Apc:16).
O hay que regresar a las “fuentes” como
dijeron los humanistas en el siglo XVI y los reformadores, y buscaron el NT en
griego, revisaron el Antiguo de punta a cabo y el poderío de la superstición
católico-romana comenzó a desintegrarse en una buena porción de Europa.
Y no hay que escribir nuevas constituciones para nuestras iglesias, con la
confesión de fe de Londres de 1689, o la de Westminster es suficiente; con el estudio
de ellas solitas se echan afuera las figuras hedonistas de los dioses modernos,
los amuletos y talismanes supersticiosos de los astros y los signos del
zodiaco, a los cuales les ha dado ahora por creer a la gente vacía de esta
sociedad seca y postmoderna. Los hijos del Israel de Dios, esto es la iglesia,
no deben fundirlos en nada, no es oro, son
baratijas del intelecto y de la religión, no valen la pena, y lo mejor que
se puede hacer es enterrarlos, en tierra o en hueco en la memoria, en el olvido.
Las religiones sí van a desparecer con el tiempo, la secularización las destrozará, y me alegro, las mentirosas, pero no las doctrinas del Señor Jesucristo y de sus doce apóstoles, que no podrá la ciencia ni un millón de avances de ella. Amén.
Las religiones sí van a desparecer con el tiempo, la secularización las destrozará, y me alegro, las mentirosas, pero no las doctrinas del Señor Jesucristo y de sus doce apóstoles, que no podrá la ciencia ni un millón de avances de ella. Amén.
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