Dígale a Dios en inglés y español, que lo ama
MATEO 10:28-31
“Y no
temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a
aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno. ¿No se venden dos
pajarillos por un cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro
Padre. Pues aun vuestros cabellos están todos contados. Así que, no temáis; más
valéis vosotros que muchos pajarillos”.
Éstas son
palabras muy bonitas, como se dice hoy, para subirle a uno autoestima, aunque
de modo distinto a como lo logran los psicólogos, son un encanto “pues vosotros
valéis mucho”. Yo sé que esto fue dicho con la intención de desarrollar
confianza en la providencia, como si les dijera que, así como Dios llena los
picos de las aves llenará las bocas nuestras. Pero me meto un poquito más
dentro de ellas. El descubrir que para Dios valemos mucho, precisamente porque
Jesús no murió para salvar de pecado a las aves sino a nosotros, para arreglar
nuestras vidas, no los instintos de esas avecillas. Y también voy un poco más
atrás, me introduzco dentro de la ternura divina, en el nido que hizo para
nosotros en su corazón porque somos “muy amados” (1 Te. 1:4), especialmente
cuando consideramos nuestra elección, que somos los preferidos de Dios, conocidos
muchos años ha. Cogimos un camino que otros no han tomado. No lo han visto, no han
visto la puerta estrecha. Tenemos la compañía divina que otros no han tenido,
ángeles que guardan nuestros pies, y no guardan los pies de otros. Salvados de
no haber cometido muchos pecados que otros los han cometido.
Quizás hemos
negado al Señor dos veces, no tres, antes que cante el gallo. Tal vez por eso le
amamos más que otros y pastoreamos sus corderos Jn. 21:15. Nuestra carne se ha
manchado menos que la de otros. Y para desbordar mucho más el amor suyo por
nosotros, también lo ha tenido con nuestros descendientes. Y, es más, no hemos
perdido el primer amor, sino que se ha vuelto más lindo, más tierno, más
encantador. Pasamos de haber admirado a Dios para quererle mucho, y decírselo
en forma bilingüe, en inglés y en español, porque él nos amó primero, y eso nos
crea una autoestima, no seca sino llena de rocío celestial.
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