Los sucesores de los apóstoles son doctrinas no personas




HECHOS 1:21-26
"Por tanto, es necesario que de los hombres que nos han acompañado todo el tiempo que el Señor Jesús vivió entre nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan, hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea constituido testigo con nosotros de su resurrección". 

Aunque uno quisiera apoyar completamente lo que se le ocurrió a Pedro, elegir un sucesor en lugar de Judas, siempre encuentra vacilación porque, ¿era realmente "necesario" que otro tomase "su oficio"? Había muchos testigos de la resurrección de Jesús, más de 500 (1Co.15:6). La base bíblica que tomaron fue bien rebuscada y uno sospecha que tenían otras razones que quizás ellos mismos no notaron. Tal vez la preservación del simbólico número doce que representaría la totalidad de Israel o del pueblo de Dios; y además la conservación de la cifra establecida por Jesús. Pero yendo al fondo de la situación. Ellos no habían sido elegidos por suerte ni por votación democrática; el apostolado les vino de otro modo. Jesús los eligió, en cambio ellos son los que eligen un nuevo apóstol, aunque es cierto que pusieron el asunto en oración. No hay ningún mandato del Señor para hacerlo ni tampoco se dice que el Espíritu se los dijera. A Matías le faltaba lo que ellos tenían, el llamamiento de Cristo. Cumplía los requerimientos que ellos pusieron, no el Señor, pero no había un llamamiento celestial para esa nueva persona. 
Estaban uniendo al grupo a un hermano bueno, honesto, bien informado, amado, pero sin llamamiento. Por otra parte, Matías ya era un testigo de la verdad de Cristo y podía serlo sin el nombramiento como un testimonio general. La selección oficial suya lo que hizo fue concederle autoridad ante la iglesia, certificarlo, algo eclesiásticamente aceptable pero innecesario. Había otros muchos que llenaban los requisitos, no él sólo. Pero sin desdecirme, cubrieron el puesto y funcionó bien y mitigaron la tristeza de una posición vacía.
Posteriormente parece que no siguieron esa práctica porque según fueron muriendo los restantes no eligieron otro para preservar ininterrumpidamente el número doce, pudieron darse cuenta que eso sería inútil y además cuanto más se alejara la práctica tras la muerte de ellos, menos seguridad habría que eligieran correctamente, y los requisitos imposibles de cumplir. El intento de sucesión apostólica no prosperó, era una imposibilidad.

El último en reclamar para sí  legítimamente el título de apóstol fue Pablo porque Jesús vino del cielo a llamarlo (Hch.9:27; 1Co.9:1,2;15:9); e insistió en ello no por el título en sí sino para demostrar que se mantenía dentro de la línea doctrinal del evangelio auténtico y que no predicaba sino aquel mensaje dado por Jesús a sus "doce". El término "apóstol" está más relacionado a la comisión misionera y evangelística que a un título honorífico o a un significado simbólico entrelazado al número de ellos. El apóstol Pablo no mostró ningún interés en el número doce sino en las doctrinas de los doce. Para él la iglesia no estaba edificada sobre las personas de los doce sino sobre sus enseñanzas (Efe.2:20). Los verdaderos sucesores de los apóstoles son aquellos que están en línea directa con lo que ellos enseñaron y especialmente los que son enviados por el Señor a predicar el evangelio a toda criatura. Un ejemplo de eso es que a Bernabé se le llame apóstol pero en un sentido técnico no como oficial título (Hech.14:4,14). Lucas llama sólo dos veces apóstol a Pablo quizás por su intenso compañerismo prescindía del título. Sin embargo, no se les llamó apóstoles sino a los doce, a los otros se les nombraron como evangelistas, misioneros, maestros, profetas y pastores.


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