Dios, una certísima contradicción
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SALMO 145:3
"... su grandeza es inescrutable".
Hay dos palabras hebreas que se traducen inescrutable, ayin que significa “es nada” “no existe” “la nada”; Dios desde el
punto de vista físico, bioquímico, es nada y por lo tanto es inescrutable,
imposible de escudriñar, no existe. Si la ciencia se basa en el estudio de las
leyes y procedimientos de la creación, Dios no existe para ella, es nada, cero,
impensable, porque si existe no
existe aquí, si es cierto que existe
como dice la Biblia, existe allá,
pero si “en él estamos y nos movemos”, está aquí
y allá al mismo tiempo y sin espacio y sin tiempo, en una dimensión
diferente, en “luz inaccesible” (1 Ti. 6:16), el Existente, “Yo soy el que
Soy”, el Origen de todo y la Primera causa, por quien y por medio de quien todo
lo que existe ha llegado a existir. La otra palabra hebrea es chequer que significa “examinar”
“enumerar” “deliberar”. Si las dos se aplican a la existencia de Dios, esto es,
sus atributos: eternidad, omnisciencia, omnipresencia, gloria, etc., por un
lado es inescrutable pero por el otro es examinable,
deliberable y numerable, o sea, es lógico
y matemático; no es científico pero
sí es científico, no existe para la ciencia pero sí existe para la ciencia,
pero con una inescrutable dimensión,
una innumerable dimensión, una no examinable existencia y una no debatible
existencia. Dios es una paradoja, una
hermosísima y ciertísima contradicción, y siempre un aspecto de él, el más
profundo es asunto de fe, de creer en lo que nos dice de sí mismo y no de
investigación, de teología no de ciencia, y de no pensarse así en esos dos
extremos divinos, se enloquecen los sabios y se entontecen los entendidos (1
Co. 1:17-21; 2:6-9), se salvan unos y se pierden los otros.
https://twitter.com/mispergaminos
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