Pronósticos de chubascos y altas temperaturas

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          LUCAS 12:54-56  
 “54 Decía también a la multitud: Cuando veis la nube que sale del poniente, luego decís: Agua viene; y así sucede. 55 Y cuando sopla el viento del sur, decís: Hará calor; y lo hace. 56 ¡Hipócritas! Sabéis distinguir el aspecto del cielo y de la tierra; ¿y cómo no distinguís este tiempo?”.

Si el viento sopla del poniente o sea del oeste donde se halla el Mar Mediterráneo, casi seguro va a llover, y si viene del sur donde se encuentran Egipto, Etiopía y Arabia, lo más posible es que haya calor. Sin tener los adelantos en meteorología con los que hoy contamos, el pueblo común de aquel entonces podía hacer pronósticos acertados, mirando sin telescopios sino a simple vista los cambios atmosféricos. Jesús tomó como base eso para reprocharles que en los cambios espirituales estaban ciegos porque no querían aceptarlos, dado que con él había llegado al clima religioso y sociopolítico de la nación, señales mesiánicas innegables.
No es igual hacer un pronóstico atmosférico con las señales de nubes, viento y sol, que tener la certidumbre del momento histórico que se vive e interpretarlo correctamente; sin embargo las señales mesiánicas que Jesús estaba dejando: sanar ciegos, mudos, leprosos y resucitando muertos, sin contar otros milagros domésticos, su inexpugnable sabiduría y su elegante oratoria, que dibujaban en frente a los ojos de ellos los cumplimientos de las expectativas proféticas al compararlo con cualquiera otro, él quedaba inigualable (Jn. 7:31).
Jesús no les llamó ciegos o ignorantes sino hipócritas, y un hipócrita es una persona que finge, que tienen duplicidad. Eso quiere decir que ellos sí sabían que era el mesías, aunque no la clase de mesías que deseaban. No tenían que esperar a otro, de quien su abolengo desconocieran, y no venido este de un taller de carpintería sino de una sala universitaria, de la oficina de un emperador o de un jefe militar. Así que el rechazo no se debía a falta de señales indisputables sino en que no complacía los gustos y preferencias de los supuestamente avanzados líderes religiosos.
Como no los hacía felices lo consideraban un adversario político, y a un enemigo político hay que aplastarlo y esconder en el silencio todo lo que tenga de honesto, verdadero y útil, y que promueva la simpatía popular y su aceptación. Lo trataron como un político religioso y quisieron hacerle ver a la nación que teológicamente era un blasfemo cuando se anunciaba como Hijo de Dios, y que los tumultos que estaba levantando eran políticamente peligrosos y mal mirados por las autoridades romanas. Así que sus señales mesiánicas eran más palpables que los cambios atmosféricos: y podían contemplarlas y palparlas (1 Jn. 1:1,2), y además actuar en consecuencia como se hace cuando se pronostican chubascos o altas temperaturas. La Biblia es más fiable en lo que a Dios se refiere que un instituto de meteorología que anuncie los cambios del tiempo.

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