Azotamos a Dios y a los ángeles
Números 22:31-33
“Y el ángel de Jehová le dijo: ¿Por qué has azotado
tu asna estas tres veces? He aquí yo he salido para resistirte, porque tu
camino es perverso delante de mí”.
Si Dios abriera nuestros ojos veríamos que las cosas
que nos salen mal, los impedimentos que aparecen y no podemos explicar porqué
ocurren, veríamos a Dios, es él quien no ha permitido que sigamos tal curso,
tal camino, porque estamos haciendo lo contrario a lo que quiere; nos desviamos
de nuestro plan, nos mete en apretura y en un callejón sin salida para ninguna
parte, y desesperados y frustrados porque las cosas no van según lo deseado,
azotamos a los que aparentemente tienen la culpa, como Balaam a la cabalgadura,
si no con varas con duras palabras. Azotamos a Dios por su plan, y vertemos
sobre su nombre todo reproche, mal humor y frustración. Azotamos a los ángeles
y les tenemos como ociosos observadores de lo que nos pasa, y peor, meterse en
medio para bloquearnos la senda, vocación y el destino.
Como no alcanzamos la
meta y no vemos al Invisible, sobre él descargamos los golpes. No son legítimos
y ordinarios obstáculos los que tenemos que vencer sino impedimentos que sin
duda son impasables y debieran, no solo conducirnos al camino derecho sino
impedirnos el progreso, por nuestra ceguera y estupidez. Y no decimos “estoy
yendo por un camino equivocado, aquí algo anda mal, estoy insistiendo en lo que
parece no es la voluntad de Dios”. Los profetas auténticos no luchan contra los
procedimientos de Dios sino que los aceptan; si hay que andar se anda, cabalgar
se cabalga, si sentarse y esperar, eso se hace, en reposo, aguardando a Dios y
que nos voltee hacia otro punto cardinal.
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