Diezmar el comino no es mejor que amar a otros
Levítico
21:1-3
“Jehová
dijo a Moisés: Habla a los sacerdotes hijos de Aarón, y diles que no se
contaminen por un muerto en sus pueblos. Mas por su pariente cercano, por su
madre o por su padre, o por su hijo o por su hermano, o por su hermana virgen,
a él cercana, la cual no haya tenido marido, por ella se contaminará. …”.
¿Cómo
es eso que el Señor Jehová autoriza al sacerdote a contaminarse, a quebrantar
un mandamiento, a perder su santidad ceremonial? Sí, por su padre o su madre
para ir a su cadáver, tocarlo, besarlo, para mostrarle sus últimos afectos y
gratitud; para consolar a sus parientes. ¿Ves? Esas cosas son más
importantes que las ceremonias religiosas; ayudar, ir y amar a los padres
es más importante que diezmar hasta el eneldo y hasta por un comino (Mr.7:10-13;
Mt.23:23). Mostrar afectos al prójimo es más importante que una ceremonia cuyo
propósito es el sentido espiritual que tiene y no ella en sí misma. Eso no es
poner a Dios en segundo lugar porque el amor al Señor en el prójimo se muestra
sublime. Amar al prójimo es amar la imagen de Dios. Recuerde como Jesús detuvo
con su mano el féretro del hijo de la viuda de Naín y como tocó al leproso
(Luc.7:11-14; Luc.5:12,13). Y no se contaminó. Sacar a la niña de aquel cajón era
más importante que complacer a Moisés y a una multitud de religiosos vacíos y
fingidores.
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