¡Una mala exégesis, sí que es una plaga!
“No lo hallaron a pesar de que se presentaron muchos falsos testigos. Pero más tarde se presentaron dos, [61] que dijeron: Este declaró: "Yo puedo destruir el templo de Dios y en tres días reedificarlo."
Otro aspecto de la humillación de Jesús fueron los falsos testigos. Ellos no habían buscado un traidor, pero falsos testigos sí. ¿Quiénes eran? No eran inventores, ésos no servirían para poder hacerle daño al Señor. Los falsos testigos tenían que haberle oído predicar, eran los que tergiversaran sus palabras, que las citaran tal como él las dijo (con exactitud) pero que las interpretarán mal, que les dieran un significado que no hubo en su mente. Y eso son los mejores falsos testigos. Compara el v. 61 con lo que sucedió.
“Jesús respondió y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. [20] Entonces los judíos dijeron: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú lo levantarás en tres días? [21] Pero El hablaba del templo de su cuerpo. [22] Por eso, cuando resucitó de los muertos, sus discípulos se acordaron de que había dicho esto; y creyeron en la Escritura y en la palabra que Jesús había hablado” (Jn. 2: 19-22).
Indudablemente que las palabras del Señor habían sido dichas en un contexto que muy fácil fue relacionarlas con el templo judío (Luc. 23: 2). Con facilidad se equivocaría cualquiera. La interpretación de la Biblia es algo delicado y se necesita la ayuda del Espíritu Santo para no convertirse en un falso testigo. Y Pablo dice que es peligroso si afirmamos algo que se cumplió y no se ha cumplido o que se va a cumplir y no se cumple. Es decir tomar las palabras y explicarlas mal diciendo una cosa por otra.
“Aún más, somos hallados testigos falsos de Dios, porque hemos testificado contra Dios que El resucitó a Cristo, a quien no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan” (1 Co. 15: 15).
Cristo mismo dio mucha importancia a la lealtad a un significado de la Escritura.
“Cualquiera, pues, que anule uno solo de estos mandamientos, aun de los más pequeños, y así lo enseñe a otros, será llamado muy pequeño en el reino de los cielos; pero cualquiera que los guarde y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos” (5: 19).
Aun para las doctrinas que nos parecen pequeñas. Es nuestra obligación entonces estudiar bien sus palabras, una por una, y tratar de averiguar exactamente no sólo lo que dijo sino de qué hablaba, a qué se refería.
El cristianismo desgraciadamente está lleno de falsos testigos de sus palabras porque unos sin recibir enseñanza alguna ni tener don de maestros interpretan y la enseñan cómo a ellos les parece. He ahí una explicación de por qué tantos grupos religiosos. El Señor nos ayude a no interpretar lo que leemos y oímos dándole significado que él no le dio porque si algo daña grandemente al cristianismo fundado por él son las tergiversaciones de la Escritura y sus malas exégesis. Eso sí que es una plaga. (Eduardo lo explica bien, aquí).
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