Una casa y un despacho para Eliseo

2 Reyes 4:10

“Yo te ruego que hagamos un pequeño aposento de paredes, y pongamos allí cama, mesa, silla y candelero, para que cuando él viniere a nosotros, se quede en él”. 

“Te ruego que hagamos un pequeño apartamento para cuando él viniere se quedare”. Un pequeño apartamento privado para que lo usara como retiro para la meditación y la oración; sabía que los varones de Dios desean estar solos y no ser interrumpidos en sus devociones. Para Eliseo, sin acompañantes, eso sería una vivienda suficiente cómoda, le serviría de recámara, despacho y oficina. Eso lo pudo hacer sólo una familia de creyentes, deseosos de ayudar al profeta amigo porque lo amaban y apreciaban mucho su ministerio. La iglesia que ama el ministerio del evangelio, procura y desea que el siervo de Dios tenga suficiente comodidad para hacer su trabajo, su casa para sí, su recámara para sí, su oficina para sí; la bendición espiritual de tener disponible y cerca un varón de Dios retribuye con creces los gastos que su estancia ocasione. Aquella mujer no le ofreció un cuarto de su casa para que compartiera la vida doméstica con ellos, no, pensó en la independencia y privacidad del siervo del Señor, y de su propia billetera costeó la construcción de una habitación nueva e independiente. No te parezca mucho lo que para el siervo de Dios se gaste, que la iglesia que en uno invierte, para ellos mismos y para el futuro invierte. Primero lo tenían de visita en casa, luego quisieron tenerlo de vecino, atrayéndolo más y más a la familia. (Esto no tiene que ver con los falsos apóstoles de Cristo que explotan la iglesia; a esos jamás se debe recibir en casa ni decirles ¡bienvenidos! (2Jn. 1:10-11).

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