Las voces del infierno: Bastante has servido a Dios, ahora sírvete a ti mismo

Las voces del infierno: Bastante has servido a Dios, ahora sírvete a ti mismo
1 Reyes 12:26-28
“Y habiendo tenido consejo, hizo el rey dos becerros de oro, y dijo al pueblo: Bastante habéis subido a Jerusalén; he aquí tus dioses, oh Israel, los cuales te hicieron subir de la tierra de Egipto”. “Bastante habéis subido a Jerusalén”. ¿Qué argumento tan insulso como ése, y sin embargo tan peligroso, tan falaz y tan temible? ¿Cómo puede ser “bastante” la adoración a Dios?; lo cual quiso decir: “Mucho, demasiado.” Como si les dijera: “Es hora para cambiar de lugar de adoración, para cambiar de forma de adoración, de romper con una tradición, de no continuar con esa historia sagrada, es la hora de la rebelión y la desobediencia.”


Oh cristiano, tú has oído esas mismas palabras por la boca de tu carne, del mundo o del diablo. Te han dicho: “Bastante tiempo has servido a Dios, ahora te llegó tu turno, sírvete a ti.” “Bastante tiempo has seguido a Cristo haciendo su voluntad, ahora sigue tus sueños, tus inclinaciones, satisfácete tú, has lo que quieras.” “Bastante tiempo has vivido en santidad, tus días diciéndole que no al pecado han sido muchos, te estás yendo de este mundo sin apenas paladearlo” “Bastante tiempo has estado en la compañía de los santos, cambia ahora tus relaciones, ¿no has hallado mejores amigos en el mundo que los que has conocido en la iglesia? “Bastante tiempo has ayudado a la iglesia, ahora coge lo que das a ella y úsalo para ti.” “¿Qué resultado has visto de todo lo que has dado, qué has ganado en la obra de Dios, te han ayudado a ti como has ayudado tú al sostén de la causa de Cristo? Es mejor que cambies de causa e inviertas tu dinero y tus talentos de modo más productivo, que tengan mejor rendimientos. ¿Qué recompensa has tenido de todo lo que has dado?; de todos modos ya has pagado suficiente por lo que has aprendido”. Son muchos los argumentos carnales y diabólicos que salen del corazón; como dijo Jesús, que de él salían “los malos pensamientos” (Mt. 15:19); todos centrados en el yo, en el mundo y en los deseos del diablo. Oh Dios, que nunca me parezca mucho lo que he hecho por ti sino poco, poco lo que he dado, poca mi entrega, poca mi fe, pocos mis días, poca mi vida; guarda mis oídos de oír esas voces y atender las voces  del infierno.

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