Pregúntenle a Eva
2Pedro 2: 14
"Tienen los ojos llenos de adulterio y nunca
cesan de pecar; seducen a las almas inestables; tienen un corazón ejercitado en
la avaricia; son hijos de maldición".
Tal vez sería mejor decir que tienen
el corazón habituado o entrenado en la avaricia, que cuadra mejor con la
palabra usada. Y en cuanto a inconstante también se refiere, en otra aproximada
traducción a la persona presumida y vacilante. Así son dibujados algunos
llamados cristianos del período de aquellas iglesias. Y la primera plegaria
pudiera ser “no sea yo un alma inconstante, dejando una doctrina por otra,
inconstante en el trabajo, en el entusiasmo; que siempre me halle en un glorioso
proceso de transformación” (2 Co. 3: 18). Esos perversos dentro de la iglesia
seducen a hermanos débiles y los arrastran con ellos a sus perversiones y los
enseñan a pecar, los inducen al sensualismo. Vienen a la iglesia a corromperla
y "un poco de levadura leuda toda la masa" (1Co.5:6; Ga.5:9). Saquen
a esos perversos de entre vosotros.
Jesús dijo que el adulterio sale del
corazón (Mt.4:19), pero la puerta de entrada de su estímulo es la del ojo, por
eso dijo “la lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo
estará lleno de luz” (Mt. 6:22).
Razón por la cual sólo es necesario pasar la mirada para que se pongan en
acción las tentaciones que se anidan dentro de las glándulas caídas del sexo. Si
se dominan los ojos se refrena el cuerpo, y pregúnteselo a nuestra madre Eva, cómo empezó su desgracia cuando puso sus ojos donde no había futuro y además estaba prohibido. Un árbol que era bueno
no para alcanzar sabiduría sino para volverse más necio. Estos individuos en
las iglesias de Pedro tenían los ojos llenos de algo que no era amor limpio del
que se llenaban los de Jesús (Mr.10:21).
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