Que levante la mano el primer cristiano que pidió socorro y cayó en tentación

Hebreos 2:17, 18

"Pues por cuanto El mismo fue tentado en el sufrimiento, es poderoso para socorrer a los que son tentados". 

El autor de Hebreos sabe muy bien a quienes les está escribiendo, a hebreos, y desde un principio comienza acercarlos tiernamente a Jesús. Hebreos, contrario a como pudiera hacer pensar algunos versículos que hablan resueltamente de condenación para los apóstatas, intenta poner a Jesús asequible a todos, manso, misericordioso y tierno, pronto para ser hallado y muy dispuesto para socorrer a los que son tentados, para que no digan que por no prestarles auxilio es que han abandonado la fe.

Aquí el autor no habla de que Jesús haya estado luchando contra tentaciones sensuales, no, sino con la tentación de apostasía, cuando hizo "la buena profesión ante Pilato" (1 Ti. 6:13). Jesús no tenía una naturaleza caída en pecado como nosotros ni un cuerpo de muerte con una ley de pecado en sus miembros; era santo y perfecto, como un Postrer Adán. A los que son carnalmente tentados él los socorre con su Espíritu y con su Palabra.

Y por todo esto y más afirmo, que levante la mano y que venga y testifique el primer santo que cayó en tentación aunque pidió socorro y no fue auxiliado. El que no quería pecar no pecó y el que clamó se escapó. ¿Eres tentado?, pide socorro. ¿Tienes miedo y te inclinas al mal? Si él experimentó la tentación y no cedió a ella, sabe cómo y demostró que puede. Y además está dispuesto a ayudar. En tu tentación siempre que necesitas socorro, hay algunas que exceden tus fuerzas. Sonríe, Cristo te ama y no permitirá que peques contra Dios. Amén.

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