Un hombre casado no necesita la fornicación
1Corintios 7:1,2
“En
cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno le sería al hombre no tocar
mujer; pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer y cada
una tenga su propio marido”.
I. La literatura sobre
pecados matrimoniales
1. Nota que los hermanos piden ayuda a la persona
adecuada. Supongo que en Corinto habría otros que podrían ayudar; quizás
filósofos o lo que hoy llamamos sicólogos. Pero ellos se dirigieron al Apóstol.
Muchos hermanos hierran por pedir ayuda matrimonial a quienes no deben. El
ministro de Dios o un especialista cristiano son los mejores consejeros porque
los otros no aprobaron tener en cuenta a Dios. Quizás haya que estar de
acuerdo con alguien que objete que no es digno de un apóstol tratar estos
asuntos de manera pública; sin embargo la iglesia necesita una orientación
pública sobre estas materias y pide la opinión apostólica que sin pensarlo dos
veces les ayuda con su inspirada pluma. Había sido interrogado; por su
respuesta supongo que sobre estas cuestiones del matrimonio, “en cuanto a las cosas que me escribisteis”
(v.1).
Las preguntas pudieron ser más o menos: “¿Es bueno
quedarse soltero o casarse? ¿Peca uno si se queda soltero o peca si se casa? ¿Qué
hay de los que apoyan el celibato porque dicen que el sexo es algo sucio? ¿Qué
pasa con los hermanos que quieren divorciarse para dedicarse por entero a la
obra? ¿Qué hacemos con las doncellas que quieren casarse pero sus padres
quieren que no lo hagan?
2. El excelente medio que es utilizado; la literatura cristiana, en este caso una
epístola. Entrevistas de consejería y libros de orientación. No obstante su respuesta es literaria;
y eso quiere decir que apenas formó
parte de sus sermones cuando ellos le piden algún consejo. Pienso que tales
materias mejor se tratan literariamente, hay libros excelentemente escritos por
especialistas y pastores aficionados en esos temas que si son consultados
corresponderán con gran ayuda a los que les interesen. Por un poco de dinero
cualquier librería los tiene y así se deja el espacio en la locura de la
predicación, para otras enseñanzas relacionadas con la salvación y la
edificación. Los jóvenes que se piensan casar, o que no se quieren casar, los
casados que tienen problemas, etc., pudieran hablar con el pastor y como no
hace falta que él les escriba una carta puede referirlos a esos volúmenes o
prestarles alguno.
3. La forma en que pidieron la ayuda y les fue
dada puede ser clasificada de confidencial, aunque se dirigiera como una
carta abierta a la congregación. Incluso, como la epístola es un medio de
comunicación privado; me parece bueno que estos problemas sean
contestados y resueltos a un nivel de privacidad excluyendo a curiosos o
libidinosos inclinados siempre a esas investigaciones. Quizás los círculos de
varios donde todos hablan de sus tragedias rinda algún servicio; sin embargo ¿cómo podrá
hacerse eso sin sentir lo mismo que quien se quita las ropas que tapan su
vergüenza? ¿Cómo exponer a la vista de otros las enfermedades y crisis de un
matrimonio mal llevado o de hijos pródigos fugados?
II. Una puerta cerrada al
diablo
1. La soltería con un posible propósito, “bueno le sería al hombre no tocar mujer”
(v.1), palabras dichas cuando se está pensando en la dedicación al ministerio o
en la consagración al servicio del reino. El apóstol nunca pudo prohibir el
matrimonio porque eso lo identifica como enseñanzas de los apóstatas (1Ti.4:3).
Si lees todo el capítulo, al final verás que eso es lo que está pensando; no
que el sexo sea malo en sí mismo, ni que promueva el celibato porque el
intercambio sexual es impuro. El sexo fue creado por Dios, como los otros
instintos; y no es malo, lo que es impuro es su mal uso. Si un hombre o una
mujer pudiera permanecer célibe por causa del reino, haciéndose eunuco
por causa del reino de los cielos (Mt.19:12), que permanezca; estará libre
para dedicar todo su tiempo para agradar al Señor y carecerá de compromisos que
lo limiten. Es en este sentido que el apóstol piensa que no es bueno que el
hombre toque la mujer porque no ignorará que no es bueno que el hombre esté
solo (Ge.2:18). Pablo habla por su propia experiencia y aunque la
recomienda, se cuida de no hacerla una regla para todos. El matrimonio es algo
bueno y necesario, no solo por cuestiones laborales, económicas, sino
psicológicas, espirituales; sino que es imposible para algunos por el pecado
del mundo.
2. Una puerta cerrada a Satanás: El matrimonio.
Desde que uno tiene uso de razón tiene que estar huyendo del diablo o
resistiéndolo para que huya; conocer sus maquinaciones es algo muy útil.
Preservarse de los ataques satánicos a través del sexo no es la única razón
para formar un matrimonio; el sexo por el sexo mismo, ni para ser santos, son
los únicos motivos, pero sí es bueno conocer que una pareja que no tenga don de
continencia si se casa, cierra una puerta a Satanás; que no hay duda que querrá
abrirla con proposiciones de infidelidad.
Hay un pero, “pero a causa de las fornicaciones” (v.2); la soltería es un ideal
para el servicio especial de ciertos misioneros, porque otros serán más
útiles acompañados que solos. El apóstol Pedro por ejemplo difirió de Pablo;
estaba casado cuando fue llamado al ministerio y él mismo dice en plural que
tiene derecho a llevar en sus viajes una hermana por mujer (1Co.9:5).
Los que han estado en países extranjeros saben cómo las angustias se alivian al
compartirlas con un cónyuge porque si cayeren el uno levantará a su
compañero, pero ¡ay del solo! que cuando cayere no habrá segundo que lo levante
(Ecl.4:9,10). Hay misioneros que van solos pero luego encuentran a alguien que
los ayude aunque no sea ayuda idónea.
Pero...hay otro aspecto a considerar que también es
de beneficio para la obra, el pecado. Si para Adán en su inocencia le
hizo falta la varona por causa de su soledad, ¿qué en relación cuando el
pecado se metió en la pareja? Entran a colación otros factores ya que no es el
mero trabajo, sino que el matrimonio es una lícita protección contra el pecado
sexual. Cuando el pecado no exista, en la resurrección, el matrimonio no
existirá, porque serán como los ángeles de Dios en el cielo, (Mt.22:30),
pero ahora sí porque aún llevamos este cuerpo de muerte y la ley del
pecado en los miembros (Ro.7:23).
El medio provisto por Dios contra el pecado sexual
es el matrimonio; un hombre casado, una mujer casada, realmente no necesitan la
fornicación; biológicamente no les hace falta. El lecho con mancilla es
abominable a Dios porque él sabe que no hacía falta pecar. El matrimonio es un
escudo contra el pecado, una puerta cerrada hacia esas tentaciones de Satanás.
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