Pastores importantes y a la vez desconocidos
Un siervo de Dios puede ser instalado como
pastor de una iglesia. 0ficialmente es su pastor. Se le conoce en el área como
su pastor. La congregación le llama pastor. Sin embargo al principio es más su predicador y maestro que su pastor (1Ti.
2:7; 2Ti. 1:11). No es apóstol, pero sí desempeña
esos dos oficios. El honor de ser pastor de los nuevos convertidos, será cuando
ya Cristo sea formado en la vida de ellos, y les cuide la salvación.
Es un título que uno se gana ¿no? El término pastor en las
trece epístolas de Pablo sólo aparece una vez en Efe. 4:11 y no se refiere a sí
mismo. La designación de obispo aparece una vez en 1Ti.3:2 y en Tit.1:7, o sea en
las pastorales y únicamente una mención en Flp.1:1. En los cuatro evangelios el
término pastor sólo se aplica a Jesús y en plural a los que cuidaban el ganado
en Belén. En los evangelios no aparece la palabra obispo y en el resto del NT
sólo en Hch.20:28 y 1Pe.2:25. Muy pocas veces ¿no me parece? ¿Será porque no
somos importantes? No es eso. ¿O porque la mayoría de nosotros trabajamos de
forma casi anónima y ocupamos nuestro puesto casi silenciosos?
Quizás la no exuberante mención de
nombres y pastores en el NT sea porque no
es el honor de muchos. O pudiera deberse a que esos oficios no son tan
tempranos en la iglesia y se desarrollaron cuando ella creció y los apóstoles
fueron yéndose. De todas maneras aunque sean numerosos y aflore su existencia
sólo de cuando en cuando en el NT, también indica que podemos o
pudiéramos ser muy importantes y a la vez desconocidos. Somos importantes
para Dios, como desconocidos por el mundo y muy conocidos por el Señor (2 Co.
6:9). Nuestra misión es trabajar y trabajar y ser fieles y glorificar a Dios en
lo poco o en lo mucho. Y la mayoría de nosotros estamos como el joven David, a
cargo de un pequeño redil (1 Sa. 17:28). Y es obvio porque ¡no tenemos talentos
para más! ¡Allá esos benditos, otros pastores y predicadores que son más
virtuosos que nosotros y Dios los ha
privilegiado con capacidades para llevar sobre sus corazones los nombres de grandes
congregaciones! Si para Dios somos muy importantes porque somos fieles en lo
poco ¿qué más da la falta de humana popularidad?
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