La única llave de la puerta estrecha



Lucas 13:22-24
(Mt. 7:13-14)
 22 Pasaba Jesús por ciudades y aldeas, enseñando, y encaminándose a Jerusalén. 23 Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: 24 Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán.


Este texto tiene dos porciones unidas en el primer evangelio están desconectadas, pero aquí por un fino hilo temático están juntas (vv. 22-25; 26-30), como si al terminar de hablar sobre la puerta estrecha insertara el otro símil de la salvación, específicamente aplicado a los ministros y predicadores.

Existía entre el pueblo la forma de pensar que todo Israel entraría por elección al reino de Dios, y Jesús claramente evoca esa forma de pensar pero la rechaza, claro, en la segunda parte donde les dice que los privilegios de haber sido descendientes del patriarca Abrahán no le servirán de mucho porque habiendo él sido justificado por medio de la fe, y ellos indignos descendientes de aquel santo varón, serán excluidos (Luc. 3:8), y que sin embargo esa rica herencia espiritual llegará a ser patrimonio de naciones lejanas que se encuentran desconectadas del pacto y de las promesas y que por medio de él heredarán tan rico tesoro (Efe. 2:19,20).

Los discípulos se dieron cuenta que cuando Jesús hablaba sobre los que entraban al reino de Dios, dando a entender que no era la totalidad de la nación sino un remanente escogido por gracia, que comparativamente era indicación que Dios se había agravado de los menos y no de los muchos (Ro. 11:5; 1 Co. 10:5); es por eso que con asombro les preguntan que si son tan pocos los que han de entrar a disfrutar del compañerismo patriarcal. Jesús declina contestarles afirmativa o negativamente sino que más bien les pide que cada uno se ocupe de su propio caso y de su propio interés espiritual y procure entrar, más que andar rondando dentro de cuestiones escatológicas que no son esenciales conocerlas para facilitar la entrada a la salvación.

Por eso les dice "esforzaos" a entrar (v. 24). No aclara cuáles son las razones por las que tantos intentan ser cristianos y nunca lo logran, pero sí es un hecho que no es una exigua minoría sino un grupo grande; y de ese modo les contesta como por otro costado la pregunta que les hicieron que si eran pocos los que se salvaban y él les dijo que son muchos los que no se salvan, y que por lo tanto no sean ustedes uno de ellos. Y no siguieron preguntando sobre el asunto sino que cada uno empezó a examinarse a sí mismos si estaba en la fe (2 Co. 13:5), si iba andando por el camino verdadero, y si tenía en su mano la llave, la del conocimiento, llamada también de mucha información, (sin conocimiento no hay fe salvadora) la que abre la puerta estrecha que va a la gloria (Luc. 11:52).

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