La oración y los soberanos decretos de Dios
(Tomado del libro, John Calvin, A Heart for Devotion, Doctrine & Doxology; pgs. 232-234).
La Definición y Efectividad de la oración
“En la edición final de sus Institutos, Calvino define la oración como, "la comunión de los hombres con Dios por medio de la cual, habiendo entrado al santuario celestial, ellos apelan a él en persona en relación con sus promesas para recibirlas... así la fe de ellos no es en vano". En otra parte escribe, "la oración es una comunión entre Dios y nosotros mediante la cual le exponemos nuestros deseos, nuestros gozos, nuestros suspiros, en una palabra, todos los pensamientos que tenemos en el corazón".
“Calvino consideró la oración como una santa y familiar conversación con Dios, nuestro Padre en celestial, reverentemente hablando, es una conversación de familia hecha por aquellos que han entrado en su pacto mediante el cual el creyente confía en Dios como un niño confía en su padre". La oración es "una emoción del corazón que se derrama delante de la presencia de Dios". En la oración nos comunicamos y tenemos comunión con nuestro Padre que está en los cielos y sentimos en su presencia nuestra transparencia. Como Cristo en Getsemaní, derramamos nuestros "deseos, suspiros, ansiedades, temores, esperanzas, y gozos en el seno de su presencia". En otras palabras por medio de la oración un cristiano expresa a Dios y coloca en sus manos "sus preocupaciones poco a poco". Nos es "permitido derramar en su presencia todo nuestras dificultades que nos atormentan, de modo tal que sea él quien desate nuestros nudos porque por nuestra parte no podemos hacerlo". La oración es el derramamiento del alma, la raíz más profunda de la piedad, el fundamento de toda nuestra seguridad. Es la parte más importante de la vida cristiana, la sangre misma de cada creyente.
“Un aspecto fundamental del pensamiento de Calvino sobre la oración es que ella es instituida no específicamente para Dios sino para el hombre. La oración es un medio dado al hombre de modo tal que podamos por la fe tomar, "las riquezas que se encuentran en el seno de nuestro Padre Celestial". Calvino dice que la oración le permite al creyente apelar a la providencia, predestinación, omnipotencia, y omnisciencia de Dios el Padre. La oración atrae sobre el creyente las misericordias del Padre y el cuidado que él otorga a sus hijos porque, habiendo orado, tenemos un sentimiento de paz, porque conocemos que él "tiene la voluntad y el poder para cuidarnos de la mejor manera".
“El derramamiento del alma como hijos en oración delante del Padre celestial conlleva también las acciones de gracias. Las peticiones incluyen "aquellas cosas que tienen que ver con la extensión de la gloria de Dios y la santidad de su nombre, y ambas cosas en resumidas cuentas es para nuestra ventaja". En relación con las acciones de gracias, "celebramos como alabanza los beneficios que él nos ha concedido, y reconocemos en su presencia su generosidad en aquellas cosas que nos ha dado". Debido a nuestra necesidad espiritual y pobreza, lo mismo que la liberalidad de Dios, "debemos asiduamente usar ambas clases en la oración"; o sea, la acción de gracias y a las peticiones.
“Dos objeciones que a menudo surgen acerca de la comprensión que Calvino tenía sobre la oración. La primera dice que cuando un creyente obedientemente se somete a la voluntad de Dios con eso está renunciando a su propia voluntad. A tal objeción Calvino responde que a través del acto de una oración sumisa, el creyente está invocando la providencia de Dios para que obre a su favor. Así bajo la guía del Espíritu la voluntad del hombre y la voluntad de Dios trabajan juntas.
“La segunda objeción es que la oración a Dios parece una cosa superflua a la luz de su omnisciencia y de su omnipotencia. A tal objeción Calvino responde que Dios ordenó la oración más como un ejercicio para la piedad del hombre que para sí mismo. Nuestras oraciones no cambian la providencia de Dios y en su providencia Dios ordena los medios por los cuales consigue su fin. Lo que Dios "ha determinado darnos según el puro afecto de su voluntad, mucho antes que nosotros lo pidamos, él se lo promete a sí mismo, darlo precisamente, como respuesta lo que le pedimos en oración". Así por la oración el creyente recibe exactamente lo que Dios ha ordenado para él desde la eternidad.
“La oración no cambia los decretos de Dios (énfasis mío). Sabemos que esto es cierto por tres razones. Primero, Dios es inmutable; segundo, su buena voluntad gobierna todas las cosas; y tercero Dios está en control de todo incluyendo nuestras oraciones. Si la oración pudiera cambiar los decretos de Dios, la voluntad humana usurparía a lo menos en parte el control que Dios tiene sobre la historia y eso significaría la negación del control de la gracia de Dios sobre todas las cosas, e indudablemente destruiría nuestra fe. Más bien "la oración es algo que hacemos con la ayuda de Dios sobre la base de lo que Dios ha hecho por nosotros en su eterna elección".
“No obstante, la oración es efectiva por esas dos verdades que nunca deben ser olvidadas: Que en su divina sabiduría Dios anticipa nuestras oraciones; y segundo que en su divino amor las responde". En otras palabras es en contra de la naturaleza de Dios no escuchar y responder las oraciones de su pueblo. Dios desea ayudarnos y no defraudarnos con su gracia.
“El punto de vista de Calvino de una oración afectiva es resumida por Bruce Ware: "Mientras la oración nunca obliga Dios a actuar de otra manera que de acuerdo a como su infinita sabiduría le indica, ella no obstante, es importante y es una condición necesaria la cual debe estar presente en ciertos aspectos, para que la obra de Dios se lleve a cabo. La oración entonces no es contraria a la divina soberanía sino que es un instrumento divinamente funcionando dentro de la esfera de la soberanía y sabiduría de Dios y de su poder, para llevar a cabo en todas las cosas su voluntad". En fin, la respuesta de Dios a la oración es "la divina respuesta a una divina iniciativa en los elegidos" (énfasis mío). La oración es efectiva porque tiene su fundamento en Dios y brota de la amante y soberana gracia que obra en nosotros".
Pastor la oracion es como el H2O; siendo el oxigeno como la soberana gracia de Dios sobre sus elegidos y el hidrogeno la voluntad de Dios,formando asi el agua,que es la palabra eficaz de la oracion. Bendecido sea el Senor.
ResponderEliminarAbrazos, Hno. Mejias
Mejías,
ResponderEliminar"Calvino dice que la oración le permite al creyente apelar a la providencia, predestinación, omnipotencia, y omnisciencia de Dios el Padre",
¿No es eso hermoso, arrodillarse ante la buena providencia de Dios, ante el misterio glorioso de la predestinación y conversar con Dios en su omnisciencia con lo que ya él perfectamente sabe mejor que cualquier psicólogo del mundo? Esos pensamientos son muy edificantes.
esta es una reflexión de oro por el autor del libro: "Nuestras oraciones no cambian la providencia de Dios y en su providencia Dios ordena los medios por los cuales consigue su fin. Lo que Dios "ha determinado darnos según el puro afecto de su voluntad, mucho antes que nosotros lo pidamos, él se lo promete a sí mismo, darlo precisamente, como respuesta lo que le pedimos en oración".
Es cierto que nuestras oraciones no cambian los decretos de Dios, ¡ningún creyente jamás querría eso! No oramos para cambiar la voluntad de Dios sino para que nos ayude a hacerla. Es maravilloso y muy refrescante conocer que "ya" hay toneladas de bendiciones preparadas para nosotros y que según la fe en sus promesas podemos solicitarlas, y que llegarán de un modo o de otro en un tiempo o en el otro. Pero todo para nuestra salvación y distribuidas conforme a su Sabiduría. ¡Bendito sea Dios, querido hermano Mejías!