Se ofrece más fácil el púlpito a un joven que a un anciano

1 SAUEL 8: 7, 8
Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos”. 

         SPURGEON CON MAS DE 50  AÑOS


Les dijeron: “Ya estás viejito y tus hijos no sirven, búscanos un sustitutoconforme al mundo que nos rodea”. (Paráfrasis). 
 Podrían pedirle a Dios una copia del viejo pastor, pero la excusa de que la familia de Samuel era mala, no era muy válida, era una excusa. En lo que ahora sigue, ¿continuaría diciendo, “hasta este momento me ayudó Dios”? Sí. En los inconvenientes continúa eben-ezer. Su respaldo continúa, aunque las cosas no salgan como él quiere. Por otra parte, no puedes desechar a un ministro de Dios sin desechar a Dios mismo que lo envió; la rebelión contra Dios que tienen en sus corazones la expresan contra el siervo del Señor y no tratan a uno mejor que al otro. Samuel estaba viejo, pero todavía era útil y vivió muchos años después de esto. No pudieron hallar una excusa en su vida y la encontraron en la edad y en sus hijos (la familia). Se equivocaron, porque, aunque no fuera joven, ni su familia tuviera buen testimonio ¿qué cosa es lo que los hacía salvos y los edificaba en la fe? ¿No eran sus palabras, sus mensajes de Dios y las oraciones suyas en las cuales tanto confiaban? 

Lo que pasa hoy, en la iglesia, es que ofrece más fácil su púlpito vacante a un joven que a un ministro anciano, y no decide así por el patrón profético o apostólico. De quien estaban cansados era de Dios, de su ley, de su gobierno porque no querían que él “reinase” sobre ellos, no querían obedecerle. Querían menos palabra de Dios, un reinado de hombres, no de Dios. ¡Oh, con qué ingratitud lo trataron! Señor no me deseches en esos tiempos (Sal. 71:9). ¿Es que acaso ha perdido el viejo su vocación pastoral? Toda la Biblia fue escrita por viejos. Viejo era Moisés, viejo era Josué, viejos fueron los profetas, Pedro era viejo, Pablo era viejo, Juan cuando escribió el evangelio y sus cartas era viejísimo. Juan Marcos era joven pero lo que hizo fue escribir bosquejos de sermones de Pedro. Timoteo era joven pero no dejó ningún documento escrito por él, sino los que recibió. A las manos casi temblorosas, usadas por el Espíritu Santo, debemos toda la Escritura, y en especial nuestro muy querido Nuevo Testamento. Cierto que hay jóvenes triunfadores predicando la Palabra, aquellos que valdrán más cuando sean viejos. En cuanto a Samuel, ¿no hubieran podido ponerle un ayudante que fuera mejor que sus hijos? Señor a veces tu pueblo no ama a sus ministros. ¡Qué ingrato es el oficio de un ministro! A pesar de que se les advirtió (vv. 10-17), lo tendrían por muchos años porque el Señor prefiere los ministerios largos.

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