En el remolino con Dios
JOB 40:5
“Respondió
Jehová a Job desde el torbellino”.
La
palabra torbellino pudiera ser traducida como huracán, tormenta o tempestad. No
siempre Dios nos habla desde el “silbo apacible y delicado” como a Elías
tisbita (1Re.19:12), cuando las condiciones atmosféricas de la vida son
tranquilas, hay veces que la tormenta no nos dice nada, ni tampoco un
terremoto; otras pasan, dejan el daño hecho pero no pudimos oír la voz de Dios
en medio de esa hecatombe; todo se derrumbó, pero todo también es muy
complicado y tenemos que esperar que la situación, hasta que esté serena para
escuchar de nuevo los labios de Dios abrirse a nuestra vida. La tragedia nos
dejó mucho llanto, el techo voló o falta una parte de él, las paredes de las
relaciones tienen grietas, no se puede entrar y salir por la misma puerta y por
las ventanas no llega la luz. Son dos situaciones distintas. Dios le habló a
Job desde el huracán, oyó la voz del Señor saliendo de entre las ráfagas de
viento, en medio del ensordecedor trueno; por medio de Eliú que vivió, joven
aún, esa tormenta, y Dios habló por medio suyo. Mira la similitud que existe
entre los dos discursos, los de ambos. Dios nos habla muy audible, tanto desde
un torbellino como al aire del día. No hay que gritar y huir despavoridos. Si
algo sopla el viento, es mejor agacharse para que pase por encima, y todavía
mejor si arrodillados pedimos fortaleza cuando pase sobre nosotros las tormentas de la vida que son ráfagas circunstanciales, que dan miedos, y que el susto se nos pase de
rodillas.
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