La predestinación no es para polemizar sino para consuelo y tranquilidad
ROMANOS 8:28-30
“A los que antes conoció también los predestinó para que fuesen hechos
conforme a la imagen de su Hijo” Y a los que predestinó también llamó y a los
que llamó también los justificó, para que él sea el primogénito entre muchos
hermanos”.
Cuando el apóstol escribe estas palabras el cristianismo está siendo
acicateado por los enemigos, los hermanos están siendo juzgados y muriendo por
la fe. Ser cristiano no era un privilegio sino socialmente una desventaja, que
se les miraba con malos ojos, en especial los judíos. Esta carta principalmente
es para consolar a los creyentes en el Mesías de esa misma nación, que se
hallaban en la capital del imperio. Algunos de ellos fueron a recibir al
apóstol cuando encadenado lo llevaban para que se presentara delante del César.
El apóstol les dice a sus conciudadanos judíos-cristianos, los que padecen a
manos de los de su propia nación, no que la situación social adversa cambiará,
sino que el rechazo a la vida cristiana
de ellos les servirá para bien. El oro se purifica con fuego. La escoria
tiene que desprenderse de la plata (Je. 6:29). Cuando la fe es genuina es más
útil el rechazo social que la sonrisa y el aplauso. Generalmente las iglesias
cristianas son más auténticas en esos momentos, que en los de libertad y de
respeto a los derechos humanos. Se oye a los ministros aplicar esas palabras,
que todas las cosas ayudan a bien, a cualquier circunstancia. Y pudiera ser
válida la aplicación tan general, fuera, en otro contexto más amable y en
relación con las vicisitudes y contratiempos cotidianos porque el llamamiento
de Dios, su propósito, de conformar al creyente a la imagen de su Hijo, Jesús,
continúa hacia delante en cualquier clase de adversidad o bienaventuranza. El
apóstol quiere asegurarlos en la fe y les dice, para que no piensen que alguna
cosa extraña, y con despropósito (Job
1:22), les está pasando, sino que cada detalle, aceptación o rechazo, amor u
odio, pobreza, riqueza, salud o enfermedad siguen siendo manejados y guiados
con algún propósito eterno. Dios sabe quiénes son sus “llamados”, sus “escogidos”,
sus “predestinados”, “los que conoció” antes de crear el sol y que la tierra
rutilara a su alrededor.
Si Dios, está con su iglesia, las persecuciones no la extinguen, los
juicios humanos tampoco; lo que acaba con la iglesia es el pecado no el mal
humor y las injusticias, porque su fe, sus doctrinas, su esperanza, son
invencibles. Cada cristiano, cada cristiana, siendo una nueva criatura,
preparada para el otro mundo, vence a este, creado para Adán y Eva, pero que
también Dios oye los gemidos, como si toda la creación estuviera de parto, como
si toda ella se uniera en oración a Jesús, pidiendo la transformación, un nuevo
mundo. Mire usted, que la doctrina de la predestinación no es enunciada para
polemizar teológicamente sino para vivirla, para consuelo y tranquilidad. Y con
poco espacio la menciona el apóstol, y en la Institución de la Religión
Cristiana, escrita por Juan Calvino, también ocupa poco espacio. Menos del que
yo, defendiéndola de sus adversarios.
Pastor, Humberto Pérez
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