La muerte arranca la esposa de nuestro lado, pero no del corazón
-->
-->
-->
GENESIS 23:1,2
“Abraham fue a hacer
duelo por Sara y a llorar por ella”.
Duelo, según la costumbre se sentaba en el
suelo por un tiempo y entonces rompía a llorar. Es conmovedor ver a un anciano
llorando y con los ojos llenos de lágrimas mirando el cadáver de la mujer de
toda su vida, su vieja mujer. Lloramos, aunque sepamos que partió para estar
con Jesús. Habían envejecido juntos. Tuvieron problemas, no económicos sino
familiares, sin embargo, vivieron juntos toda la vida. Se dice que Abram le
dolió mucho cuando le llevaron a Ismael, pero no dice que llorara por Agar. Por
Sara sí. No se llora por una transitoria amante sino por la mujer de siempre.
Cada vez que miraba su lívido rostro se le partía el alma, y le salían lágrimas
del corazón.
La
muerte arranca la esposa de nuestro lado, pero no del corazón
GENESIS 23:4
“Peregrino soy entre
vosotros, dadme en propiedad una sepultura para que pueda sepultar a mi
difunta”.
A mi muerta. No tenía un terreno previamente comprado, pero tenía
dinero para enterrar a los suyos donde murieran (23:1-20).
No hay que escoger previamente el lugar donde uno será sepultado, si se tiene
dinero para enfrentar los gastos cuando la providencia quiera. Lo que sí
hay que prever para la muerte es dónde irá el alma, y si el cuerpo será
sepultado con la esperanza de la resurrección. Obra con sabiduría en relación
con tu cuerpo y alma, y no te olvides de lo más importante, no morir en tus
pecados. En el texto LBLA introduce una palabra para aclarar el sentido y es
“apartarla”, para “apartar el cadáver de delante de mí”. Ese posesivo mí, indica la ternura y la montaña de
dolor que sentía. Definitivamente, todavía era su mujer, después de muerta.
Luego diría “se me murió mi mujer”. Así dijo Jacob (Ge.48:7). La
muerte arranca la esposa de nuestro lado, pero no del corazón.
Metió
la mano en el bolsillo y pagó el entierro
GÉNESIS 23:15
“La tierra que vale cuatrocientos
siclos de plata, ¿qué es eso entre tú y yo?”.
¿Qué es
esta cantidad de dinero entre tú y yo? Somos ricos los dos. ¿Por qué nos vamos
a pelear por una cantidad pequeña o grande? Abraham no quiso aquel dinero,
quiero decir regalada, además era fingido el desinterés del heteo, era un show.
De paso, nota las dos veces que hace reverencia, o se inclina delante de los
hijos de Het (vv.7,11). Un hitita. Se debe tratar con respeto a quienes no son
iguales que uno. Un negocio se hace con respeto. Otra cosa: Mira las veces que
estos ajenos, quizás amigos, le
llaman al cadáver de Sara “tu difunta”, pero Abraham le llama “mi muerta”. Hay
un mundo de diferencia y dolor entre tú
y mi (vv.4,6,8,11,13,15). Así pasa en
todos los funerales. Muchos están allí, conversan y hasta se ríen, entretanto
unos pocos son los genuinos dolientes, los otros son acompañantes y adornos. De
todos modos, la presencia del grupo anima porque se comprende que la
identificación completa es imposible, y eso de “acompaño tus sentimientos”, es
más una fórmula convencional que una expresión auténtica. Todos comprenden eso.
Ellos comprendían que todo el dolor era de él, no de ellos, y hacían lo que
podían siendo amables y generosos con él, porque supondrían cuánto estaría sufriendo. Y al llegar el inevitable
momento de sepultar su muerta, metió la mano en el bolsillo, o en el cofre y
pesó las alhajas, anillos, collares, brazaletes o monedas legítimas, y pagó sin
problemas todo el costo de la luego muy famosa tumba en Macpela. Hay que proveer
para ese entonces y no acudir a la caridad pública.
Comentarios
Publicar un comentario