Ninguno diga, hoy y ayer Dios me habló, el Señor me dijo
Salmo 62:11
“Una vez habló Dios; dos veces he oído esto:
Que de Dios es el poder, y tuya, oh Señor, es la misericordia; porque tú pagas
a cada uno conforme a su obra.”
"Una sola
vez" ¿Hasta dos veces? ¿Tres? Quiere decir que el Señor habla. Dios
habla a todos los hombres por medio de: la creación, la conciencia, del orden
civil y la Palabra. El texto propiamente tiene el significado de una
paradoja. La primera verdad es que el Señor no se reveló tantas
veces a los patriarcas. No les estaba todos los días hablando audiblemente.
Comenzando con Adán, Enoc, Noé, Abrahán. De este último pasaban muchos años
entre una ocasión y otra. Llamamiento. Años en Harán sin decirle nada. Jacob lo
mismo. Años trabajando con Labán y no le dijo nada, porque a todos ya les
había dicho y lo que Dios esperaba era que vivieran por fe en su palabra.
Quizás un poco más a los profetas, y usted lee que el número de profecías no
son tantas, lo que se repiten de muchas maneras, sermones sobre la misma
revelación. A Jesús ¿cuántas veces? La vida de Jesús es más bien una vida de
oración, de fe y de obras. Nunca dice que “el Padre me dijo hoy” sino “el
que me ha visto a mí ha visto al Padre, ¿cómo dices tú...? Y a veces se quedaba
Dios en silencio; a Pablo muy pocas veces. Él dijo que aprendió el evangelio
por revelación de Jesucristo, se nota que siempre estaba aprendiendo por la
influencia del Espíritu en la Escritura y en Cristo. Ninguno decía, "hoy y ayer Dios me
habló; el Señor me dijo".
Hay que tener
cuidado si creemos que nos hallamos en los últimos tiempos (Luc.17:23), y los que
vienen diciendo que el Señor les ha hablado (Jer.23:22-28). Todos esos quienes
oyeron al Señor un par de veces y creyeron y obedecieron, eran
guiados por el Espíritu Santo; por la sabiduría del Espíritu. Esto es una
marca de los hijos de Dios En los salmos que es el libro de las oraciones de
David, se oye más la voz humana que la de Dios; nuestro asunto no tiene tanto
que ver con el conocimiento, con la revelación, sino con mucha fe; creer
definitivamente que Dios es soberano, suyo es el poder, que todo lo puede hacer
y nada le es imposible; que es misericordioso y restituye con creces el buen
comportamiento (v.12). No más revelación sino inspiración y fe.
Necesitamos ser inspirados por el Señor, llenarnos de su Espíritu, no es el
tiempo de nuevas revelaciones sino de grandes testimonios de santidad, entrega
y fe. Ninguno diga, hoy y ayer Dios me habló, el Señor me dijo porque
generalmente son impulsos de fe, del Espíritu Santo, inspirados en su vieja
Palabra escrita.
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