Mientras vas orando vas cambiando
Lucas 9:28-36
"Mientras oraba, la apariencia de su rostro se
hizo otra, y su ropa se hizo blanca y resplandeciente. Y he aquí, dos hombres
hablaban con El, los cuales eran Moisés y Elías".
Quizás esta visión les
fuera concedida para animarlos en la persecución para que vieran su gloria,
confirmaran quién era Jesús; fueron confirmados en la verdad del evangelio y no
temerían a la muerte. Mientras oraban ellos mismos iban cambiando y se les
acercaba la Biblia personalmente de modo resplandeciente. También la
experiencia tiene que ver con la pregunta que hizo Jesús sobre lo que la gente
opinaba de él y la respuesta de Pedro que era el Hijo del Dios Viviente, cuya
declaración se convertiría en la roca principal de la iglesia. Creo que esto
último es más acertado. Se sabe que el dúo celestial hablaba sobre “la partida
a Jerusalén” o sea la cruz. Y el hecho de quienes son ellos delata que la visión
tiene como mira a los judíos, la exégesis de la ley y los profetas y por
supuesto la predicación bíblica. Como
ya he mencionado, en conjunto es una experiencia con la Biblia. El Padre dijo
"a él oíd". Por el contexto: entregarse a él; y por los mensajeros:
Es el mejor y más grande Maestro.
Como una nota devocional siento, que mientras oramos
en la presencia de la gloria del Señor algo siempre tiene que cambiar en
nosotros y de terrenal y limitado volverse celestial e infinito. Mientras más
oremos más transformaciones tendremos, la apariencia triste será cosa del pasado,
la culpa quedará eliminada y la
vergüenza sustituida por regocijo de haber sido perdonados y restablecidos. El
principal beneficio del acto de la oración es el cambio que en uno mismo ella
produce. Casi en ningún otro acto religioso, no excluyendo la predicación, hay
tanta presencia del Espíritu Santo y Palabra de Dios como en la oración. Si
somos cristianos responsables con nosotros mismos y con aquello que nos ha
encomendado el Señor, abramos bien los oídos y que penetren estas verdades en
ellos, hasta el fondo del corazón cuando se exhalen todos los suspiros, que
mientras se ora se van cambiando las cosas, se miran distintas, se habla
distinto porque se siente la bondad de Dios cambiándonos, y en el mundo
adquirimos más de la apariencia del otro que de este.
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