Pudiera engendrar un nuevo Onésimo o un Juan Calvino

Filemón 1. 10, 11

"...te ruego por mi hijo Onésimo, a quien he engendrado en mis prisiones...".

Dice CALVINO. "Cuando uno afirma que Onésimo ha sido engendrado por él, debemos entender que eso se logró debido a su ministerio y no a su poder. Renovar el alma de una persona y formarla de nuevo a la imagen de Dios no es obra humana, y de esta regeneración espiritual es de lo que habla ahora. Además, ya que la Palabra de Dios predicada por el hombre es el nacimiento a la vida eterna, no tenemos por qué sorprendernos de que aquel de cuya boca recibimos esa semilla sea llamado padre. Estrictamente hablando, creemos que es por mediación de Dios quien regenera por el poder del Espíritu Santo" (Comentario a las Epístola Pastorales).


Está siendo una gran experiencia doctrinal para mí trabajar directamente en la fundación de una nueva congregación. Todos los días mi esposa y yo salimos a hablar con la gente en la calle, los mercados, etc., y además entregarles algún tratado. Conozca que nutro mi esperanza de bendición de la elección particular que me hace pensar que Dios tiene “mucho” o algún pueblo en ese lugar, y yo lo que tengo que hacer es predicar a “toda criatura” que pueda, sin saber si es o no es elegido pero con la esperanza de hallar aquellos que han sido inscriptos en el libro de la vida desde la fundación del mundo.

He traído de mi credo y confesión reformada, la doctrina del arrepentimiento y la fe como dones de Dios que me advierte que no puedo concederlos a quien quiera sino a quien Dios se los de y debo esperar con paciencia que eso ocurra. No puedo repartir nuevos nacimientos según mi propia voluntad como distribuimos los panfletos. No puedo decir “a éste engendraré como cristiano” “a este otro haré nacer de nuevo y le quitaré el corazón de piedra y le daré uno de carne”; lo sé, lo sé, está fuera del alcance de mi poder.

Lo que sí puedo es predicar el evangelio y no callar, como se le dijo a Pablo en Corinto, y sembrar buena simiente, principalmente las hermosuras y ciencias de Dios, sus preciosos atributos, las bellezas de la creación, de la Palabra Escrita, del modo en que salva a los pecadores y la profundidad y la ciencia de la providencia.

Todas esas cosas serán cautivantes si los recibo con simpatías humanas, sin rencores ni parcialidad como Pablo recibió a Onésimo, un tránsfuga ladrón de Colosas, con la ternura de un par de brazos abiertos y los labios listos para conversar sobre el perdón de los pecados. Corresponde a Dios hacerle sentir su estado de perdición y no a mí tratarlo como un “trapo de inmundicia”, y que si bien está destituido de la gloria de Dios sienta el afecto del Señor, y si lo rechaza no es por culpa de un mensajero desamorado sino suya, porque está pecando contra el amor de Dios.

Dice J.I. PACKER. "Hay que ser osados. Eso nos preserva de desánimos cuando nos encontramos, como a menudo ocurre, con la primera reacción de la gente a la predicación del evangelio, que es de rechazo, apatía y aún oposición. Tal reacción no debe sorprendernos; es algo que debemos esperar que ocurra cuando se le predica a personas que están bajo la esclavitud del pecado y de satanás. Eso no debe desanimarnos, porque ningún corazón es demasiado duro para la gracia de Dios. El mismo, Pablo fue un terrible oponente del evangelio, pero Cristo colocó su divina mano sobre él y quebró esa dureza engendrándolo de nuevo. Y usted mismo, cómo ha venido a ser cristiano, se ha dado cuenta de lo corrupto y engañoso, y perverso que es su propio corazón, y que antes de que se convirtiera a Cristo era peor; sin embargo Cristo lo ha salvado y eso es suficiente para convencerle que lo mismo puede hacer con cualquiera. Así que aproveche la oportunidad para presentar a Cristo a cualquier inconverso. No está perdiendo su tiempo. No tiene razón para desanimarse. Al contrario tiene suficiente razón para ser osado, libre y natural, y esperar en el Señor por el éxito. Tanto usted como yo no debemos calificar a nadie como incorregible y sin esperanza, y que se encuentra más allá del alcance de la mano de Dios si es que creemos en la soberanía de Su gracia" (Evangelismo y la Soberanía de Dios”, pag. 118).

¡Quién sabe a quién usted y yo estamos engendrando!, tal vez un Onésimo que llegó a ser obispo en Colosas, o a un Juan Calvino o un J.I. Packer.

Comentarios

  1. ¡Vaya, mi querido hermano! Es muy cierto lo que dice Calvino y usted y en lo cual yo también comparto. De lo contrario, estaríamos quitándole la gloria a Dios y poniéndonos en el mismo lugar de Él, ¡Uy!.
    El que cambia,y nos conduce a convicción de pecado,además de que nos enseña y guía, es el Espíritu Santo. Jamás podremos hacer su obra. Sólo somos embajadores, hablamos en su Nombre, Dios hace lo demás.
    Adelante con la obra junto con su esposa. El Señor cosechará a los que han de ser salvos a través de ustedes (hablando en el caso de su lugar) y lo hará también a través de todos los que hagamos la obra que se nos encomendó: "Id y predicad..."
    Un abrazo fraterno para ese lindo matrimonio siervos de Cristo.

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  2. Isa, Gracias por el aliento y añádele intercesiones, por favor.

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