No les des ni un centavo
Oseas 2.8,9,12
“Y ella no reconoció que yo le daba el trigo, el vino y el aceite, y que le multipliqué la plata y el oro que ofrecían a Baal. Por tanto, yo volveré y tomaré mi trigo a su tiempo, y mi vino a su sazón, y quitaré mi lana y mi lino que había dado para cubrir su desnudez. ”.
No pongas al servicio de los demonios los dones que Dios te da. El dinero que ganaste te lo dio Dios, no lo tires, no financies cultos idolátricos, no es Baal a quien tú adoras, el que te da la plata, el oro, “la lana”, el lino, es Dios. Si le das dinero a otro dios fortaleces su culto. No apoyes tampoco con tu dinero a las sectas heréticas, ¿no has leído que no se les debe recibir en casa, ponerle un plato delante y una cama para dormir? (2Jn 1:10-11).
Y ni se te ocurra enviarles dinero a evangelistas ambiciosos que te dicen lo que quieres oír y te engañan para explotarte. ¿Dicen que oran por ti? Dúdalo. Dice el profeta que Dios te da el dinero pero no echándote fresco sino sudando. Con gran esfuerzo ganas tu dinero para sostén tuyo y de tu familia. ¿Serás tan ingenuo? Si por gratitud por lo que Dios ha hecho por ti, tú quieres ayudar a la obra de Dios, te sugiero que financies el evangelio quiero decir la sana doctrina. Eso quiere decir ayuda a iglesias más que a individuos. Hay evangelistas que se lo merecen porque son fieles y honrados, pero si simpatizas con alguno escógelo bien antes de apoyar su ministerio. De todos modos el medio más seguro es por medio de las iglesias. Financia iglesias con sólidas doctrinas, programas de ellas para alcanzar el mundo para Cristo, que tengan pastores vocacionales que son los auténticos, no asalariados sino ministros con vocación y proyectos de beneficencias a través de santas congregaciones. Si la iglesia no se ocupa de los pobres, no le des nada.
Pero nunca le des ni un centavo a otro que te pide en la puerta, por la radio o la televisión, y “no trae esta doctrina”, ni le digas ¡bienvenido! a tu bolsillo. No los ayudes a vestirse con esplendidez y de lino fino, a comer opíparamente, comprar autos lujosos, mansiones reales, bañarse en playas famosas, y pasar noches con sus séquitos en hoteles de cinco estrellas. Mejor déjale caer en la mano una moneda al ciego Bartimeo y le alcance para comprar algo para comer él y su perro, o a Lázaro para que compre las medicinas para sus úlceras o si son caras y pueda echar lejos los perros que las lamian. Pero a esos explotadores religiosos, no. Ni a holgazanes ni a listos.
Y la promesa que ellos te hacen que te irá bien si les envías dinero porque lo estás dando a Dios es mentira, aquí el Señor dice lo contrario, que te empobrecerás y te lo irá quitando poco a poco, y podrás dar menos y menos hasta que no tengas ni para ti mismo.
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