Sermonetes y Cristianetes

Nunca en el último siglo la iglesia necesita tanto la predicación expositiva de la palabra de Dios como ahora. Es desesperante cuando uno ve lo que está pasando. Últimamente he tenido oportunidad de visitar muchas iglesias y oír muchos sermones. Ha sido una experiencia decepcionante. Me he preguntado ¿por qué esta gente viene aquí? ¿Qué saca de su viaje a este lugar? Y he sentido compasión por ellos. Con dificultad podrán ser salvos con lo que oyen e imposible que se santifiquen o vivan gloriosamente sin crecer en conocimientos.
En una congregación de 800 ó 900 asistentes, con un circuito de televisión para transmitir el culto a sitios fuera de la ciudad oí al predicador hablar sobre los estados de ánimo que tiene una persona y cómo vencer la depresión. En otra congregación mayor aún escuché hablar sobre el uso del control remoto del televisor. He escuchado a otros escoger tópicos bíblicos, gritados de modo sensacional, pero sin sustancia, a los cuales se les puede decir con razón lo que los israelitas sin razón le dijeron a Moisés sobre el maná, que es “pan liviano”. [i] y no sustancioso como el pan de Aser.[ii]

Sin embargo en otro sitio donde había sólo ciento y tantos oyentes oí a su pastor predicar un sermón expositivo sobre el evangelio de Mateo, el cual llevaba explicando varios meses. Quedé tan encantado que le dije que esa sola hora podía dividirla en 60 minutos y regalar uno solo de ellos a 60 iglesias en Miami y con ese solo minuto de su sermón serían más edificados que con la media hora o más que ellos consumen cada domingo. No hay predicación que sea mejor y asegure más la salvación y de tanta gracia a la vida cristiana como la expositiva. Sin esa clase de predicación en el púlpito, por interesante que sea la temática, va a ser difícil que el cristianismo pase victorioso al próximo siglo. Mi conclusión del porqué la gente acude a esos sitios seguro que no es por el sermón, no es la palabra de Dios sino por otros factores que tienen que ver con el liderazgo del ministro o de sus colaboradores y las ventajas temporales que en ese lugar reciben, el domingo o dentro de la semana. Se manipulan factores hedonistas o culturales y con ellos atrapan a las preciosas almas como mariposas.[iii]

Hace un mes o algo así disfruté la lectura del libro He is not Silent (El no está en silencio) escrito por el Dr. R. Albert Mohler, Jr. El contenido es principalmente para predicadores pero no únicamente sino que concierne a todos los que oyen la palabra de Dios y testifican de ella fuera del púlpito. El título de estos comentarios sale de una frase dicha por el autor [iv], y que debe hacernos pensar seriamente en la clase de cristianos que somos y la relación con lo que oímos en la iglesia, en especial con los sermones del pastor. Hay sermones de textos y temáticos que son buenos si el predicar conoce cómo exponer el pasaje y acomodar lo espiritual a lo espiritual, es decir, si amplía su pequeña porción con otros textos y adorna el asunto con las historias bíblicas. El libro del hermano Mohler es una buena recomendación a la predicación expositiva de la Biblia, o sea, tomar el texto bíblico, explicarlo y hacer las aplicaciones a los oyentes. Si así se hace, habrá iglesias saludables y longevas cuando llegue el mundo al siglo XXII, pero si la mayoría de los ministros siguen enloquecidos con el proselitismo y sustituyendo la Biblia por otras cosas, los cristianetes que formarán esos sermonetes no serán capaces de subir al Tabor[v] y ver la tierra prometida y mucho menos conquistarla. Y si logran trepar a la cúspide serán tan incrédulos que no merezcan bajar. El futuro del cristianismo está en un regreso de la Biblia al púlpito. No hay manera de cambiar el tren de las cosas en esta sociedad postmodernista sino con el ímpetu de la fe en la palabra de Dios.

El mundo de hoy es un mundo postmoderno[vi], la gente con la que nos codeamos es postmoderna, “los campos blancos para la siega” que según la Biblia se refiere a los que debemos compartirles el evangelio, son postmodernos, y los miembros de nuestras iglesias suelen continuar siendo postmodernos con la misma cultura que traen y por añadidura impregnados por el secularismo[vii] (el interés es por el aquí y el ahora, son pragmáticos y piensan más en el provecho que tiene la piedad para esta vida presente que para la venidera). [viii]
Dicho de modo simple, una persona postmoderna se define como que no cree en la verdad absoluta (Que Jesucristo es el único camino a Dios, el único Mediador entre Dios y los hombres). La persona postmoderna cree que cada cual tiene su verdad y lo que es verdad para uno puede que no lo sea para otro (Por ej. “usted tiene su religión y es verdad para usted, yo tengo la mía y es mi verdad”).
Eso es lo que se enseña en los colegios y lo que disemina la prensa, la radio, el cine y la televisión, y todos nos piden aceptación de las cosas, que debemos aceptar a una persona como es sin exhortarla, sea moral o inmoral, aunque el hombre y la mujer postmodernos es más bien amoral, o sea, no cree que hay ninguna regla moral fuera de su yo, y por lo tanto nadie tiene el derecho a opinar contrario con respecto a su comportamiento y mucho menos a criticárselo.

Y como así más o menos van las cosas, el público postmoderno (al que invitamos a la iglesia) no piensa en arrepentimiento, no espera que nadie se atreva a llamarlo a eso porque cree que no lo necesita ni tiene que darle cuenta a alguno, ni siquiera a Dios. El hombre o la mujer postmodernos prefiere no asistir a ninguna iglesia donde se predique moral o arrepentimiento porque esa clase de Dios no lo quiere, busca, si quiere ir a alguna iglesia, una donde se le acepte como es y se le digan cosas que le ayuden a vivir como son, a mejorar su estilo de vida pero no necesariamente quiere un cambio, a no ser que sea para seguir el mismo rumbo. No desea que le toquen la conciencia ni que la palabra de Dios que como espada de dos filos penetra el corazón y los pensamientos, lo escudriñe de esa manera, porque no quiere conocerse a sí mismos sino inventarse.[ix]
El visitante postmodernista admite que con bondad se le hable de “errores” que si quiere se le puede llamar pecado [x]pero no en relación con Dios y ni por cuestión moral sino porque no conviene hacer eso o lo otro, porque perjudica, es decir en relación con su yo e intereses no en relación con alguien más ni siquiera Dios. Todos los sermones que tengan que ver y ayuden al ego, al yo, son bienvenidos, no los que lo sacrifiquen aunque sea en parte.

El Dios que acepta el oyente de hoy es el que es todo amor, que existe para ayudarlo en lo que sea, para darle todo lo que le pida, para hacerlo feliz. Un dios que se adapte bien a su forma de ser. Ese es un dios que le da gusto. Que le gusta oír y que lo acompañe para todos lados apoyándolo. ¡Es es, un dios que lo apoya en todo y gente que hace lo mismo, lo apoyan! Ese es un dios con el cual se pueden llevar muy bien y que a cambio de todo ese comportamiento divino, de la ayuda que le da en emergencias, él lo recibe, le permite ser su dios y adorarlo, pero subrayo, si ese Dios no se mete en su vida a no ser para echarle una mano, un dios al cual se le pueda llamar en oración y en público “Señor, Señor” y no hacer nada de lo que él exige, porque no exige nada y lo da todo.[xi]
Si ese dios opina distinto, si amenaza o castiga, se le echa afuera. El dios que quiere no puede crear un infierno ni juzgar a nadie ni aquí ni en el otro mundo. En realidad el hombre y la mujer postmoderna, el de hoy y ahora, lo que adora es a su propio yo, y su dios es una proyección de sí mismo y de la filosofía de su vida, y el culto que aparentemente le da a ese dios es de placer, de gozo, una celebración y una fiesta. Para eso el hombre postmoderno asiste a la iglesia prefiere una así que “le guste”, donde oiga las cosas que le conviene, donde sienta lo que quiere sentir y oiga lo que quiere oír. Los gustos de ese hombre o mujer (clientes) son los que determinan los asuntos y longitud de los sermonetes, el contenido de la predicación, que por supuesto no debe ser expositiva sino temática, o de tópicos, y no tan bíblica sino mayormente sicologizada, porque ahora la teología no es “la reina de las ciencias” como antiguamente sino la sicología. Esta es una cultura terapéutica.

O sea, que todo es relativo y el único patrón para medir una acción suya es su yo, lo que quiere decir “su interés personal” “su conveniencia” “su imagen” “su autoestima”, él primero y los otros después. Se ama a sí mismo primero y en base a eso, le ha enseñado la sicología moderna que es atea, que si no se ama primero no puede amar a los otros. “Niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame” no es un mensaje que él aprueba porque está singularmente centrado en sí mismo, él es el sol y los demás satélites que orbitan a su derredor. Y “con Cristo estoy juntamente crucificado y ya no vivo yo más vive Cristo en mí”, es una meta demasiado costosa y mística para un postmodernista. No quiere morir nada sino vivir. Quiere los beneficios de la cruz pero no morir en ella. Por lo tanto nunca dirá “porque soy crucificado al mundo y el mundo me es crucificado a mí”. Jamás. Ese hombre postmodernista tiene que ser matado conociendo la ley de Dios.[xii] Hay que matarlo con los diez mandamientos para que pueda vivir para Dios con las bienaventuranzas.
El camino de la salvación del hombre moderno no es darle todo lo que quiere sino pedirle todo lo que tiene: Padre, madre, hijos y su propia vida. Jesús mencionó la palabra de resurrección en una buena evangelización, renuncia.[xiii] Salvar a un hombre o a una mujer de este siglo es una verdadera batalla con la espada del Espíritu que es la palabra de Dios. Un sermonete no logra “llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”. Hará que la audiencia reciba la palabra con gozo, pronto, pero sin profundidad y se secará. Los que predican sermonetes son también pragmáticos y quieren resultados en cinco minutos o menos. Al instante. Suministran una oración y ya, el milagro está hecho. Y ¡a contarlo! como un nuevo hermano y heredero del reino de los cielos.

El predicador de sermonetes encumbra todo lo que tiene que ver con el yo de sus oyentes, los piropea, los corteja, los enamora, les sonríe, les cuenta anécdotas y chistes, les regala todas las promesas dadas a los cristianos, o se las cambia porque alce su mano o camine hacia “el altar”. Le dice a cada uno que es una persona única, la mejor del mundo, que su valor es inmenso, tanto como la muerte de Cristo, que Dios tiene un plan maravilloso y que es ¡todo amor! (más que un Padre un Abuelo Celestial). Sabe que el hombre postmoderno es secular y pragmático como él mismo, y que va a la iglesia con un interés utilitario. Si algo funciona, si resulta, lo acepta sino no funciona, si no resulta lo desecha. Quiere ver resultados. No espera. Los quiere ya. Las estadísticas no esperan. Si Dios no los otorga él los produce.
“Se coloca en el templo en lugar de Dios como si fuera Dios”. El Espíritu Santo, el ayuno, la oración, las Biblia, son medios que tiene para lograr sus metas, y si no responden, si Dios no coopera o se demora, él se coloca en su lugar e inventa cosas nuevas. Cambia continuamente de métodos y planes y formula nuevos buscando como una vara mágica para obtener lo que desea. El sacerdote que predica sermonetes es esencialmente un incrédulo y los oyentes serán como él, cristianetes.
Según la opinión de un oyente postmodernista el arrepentimiento es un asunto que está de más en el púlpito o que debe ser de segundo o último orden, tal vez para hablar de eso el miércoles pero no el domingo. Ese es un día para alcanzar a los nuevos invitados, congraciarse con ellos, caerles bien, engatusarlos como clientes, y no para ahuyentarlos. La predicación obviamente no puede ser expositiva sino lo más ligera y pobre posible y que no ofenda a nadie.

Y de esos “sermones” doy testimonio yo que el Dr. Albert Mohler tiene razón cuando le llama “sermonetes” que crean “cristianetes”. Los gustos de los asistentes determinan la clase de “adoración”, si es moderna o tradicional. Si la iglesia está compuesta por viejos y jóvenes, es posible que el culto sea “mixto” o “mezclado”, pero si la mayoría es gente que no tiene ninguna tradición evangélica, la adoración se determina por el contexto cultural y los gustos musicales que traen de la calle al llegar.
Y se da el caso que si alguno entra a una de esas reuniones con las luces semi encendidas, sin púlpito, con todos los instrumentos musicales y los sonidos muy altos, al principio no sabrá si entró a la casa de Dios o a una discoteca. Y eso es lo que quiere el hombre postmoderno, no que el mundo sea como una iglesia sino que su iglesia se parezca a su mundo, no la iglesia al evangelio sino a la cultura, que Dios pueda ser adorado con el gusto que se siente en una sala de baile y otras cosas. A esa iglesia ése viene, vuelve, coopera con sus dones y dinero e invita a otros. Esa es la clase de iglesia, de dios y predicación que quiere el hombre y la mujer de ahora, y si un avispado predicador le da eso allí estará él bautizándose, ministrando y dando dinero. Será una iglesia que “crece” y su pastor será un pastor de “éxito”; agrupando gente conforme a sus propias concupiscencias y devengando un buen salario, con una membresía de hombres y mujeres “nacidos de nuevo” y creyéndose que van directos al cielo por obra y gracia de la inteligencia de un ministro astuto que quiere tener una iglesia grande con muchos ministerios y dinero para llevarlos a cabo, y por supuesto beneficiarse también él, y para eso es una brillante idea la invención de sermonetes que producen cristianetes, una clase de creyente sin virtudes cristianas completamente engañados, pero satisfechos y realizados. Dios salve al mundo y reforme nuestros púlpitos.



[i] Num 21.5
[ii] Ge 49:20
[iii] Eze 13:18
[iv] He is no Silent, A. Mohler, Jr.,Pag. 38
[v] Deut 34:1-5
[vi] “Posmodernismo literalmente significa “después del movimiento modernista”. Mientras que “moderno” mismo se refiere a algo “relacionado con el presente”, el movimiento del modernismo y el subsiguiente postmodernismo son definidos por un grupo de perspectivas. De acuerdo a la teoría crítica el postmodernismo tiene que ver con el apartamiento de las obras de literatura, drama, arquitectura y diseño y lo mismo en relación con el mercado y los negocios, y la interpretación de la historia, la ley y la cultura en el siglo XX” (Wikipedia). Es prácticamente una reinterpretación de todo eso. Una reacción contraria a todo.
[vii] “La palabra secular tiene su origen y raíz en el latín saeculum y quiere decir “mundo”. El secularismo tiene que ver con el juicio de la vida, el valor de ella, su significado y cada actividad humana, en relación con este tiempo presente (Lifeviews, Rc Srproul, pag. 35). Una persona secularizada es una mentalmente condicionada sólo para este mundo y su enfoque de todo está limitado por el “aquí y ahora”.
[viii] 1Tim 4:8
[ix] Losing our Virtue, David Wells, pag. 81
[x] La palabra pecado o malo no se encuentra en el lenguaje de la psiquiatría moderna, como dice M. Scott Peck, MD, en su libro People of the Lie (Gente de la Mentira), pag. 120 “
[xi] Mat 7:21
[xii] Rom 7:9-11
[xiii] Luc 14:33.

Comentarios

  1. Qué entrada más buena...

    Siga adelante con su espíritu crítico que es necesario volver al Sola Scriptura.

    :|

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  2. Renton, gracias por tu exhortacion, me alegro te haya gustado.

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  3. Gracias por el texto pastor.
    Es una exhortación para volver a la predicación expositiva, tan olvidada en estos tiempo, en donde todo es humor, chismes desde el púlpito, bromas -a veces subidas de tono- que están praparadas para gente mundana en su ambiente depravado.

    ¡Qué triste es ver todo esto!

    Pero Dios, en su soberanía ha guardado a Su pueblo, a los que no doblan sus rodillas ante Baal ni ante Mamón.

    Leí un libro de MacArthur, titulado: El Redescubrimiento de la Predicación Expositiva; y otro de Martyn Lloyd-Jones: La Predicación y los Predicadores; y en resumen, se asemeja a lo que usted dice. Es muy necesario enseñar la Escritura en su esencia, con su sustancia y solidez y no de manera superficial y vaga.

    Dios le siga dando mayor gracia y sabiduria durante este peregrinaje.

    Un saludo afectuoso.

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  4. Si la FE no depende de mi, si la SALVACION tampoco, si en mi alma estan calvadas reglas y conductas que no dependen de mi origen egnico,si me han puesto como jefe de una familia a las que no consigo acercarlas a DIOS, porque yo tampoco lo consigo, si veo que DIOS es REAL, y es ademas un bondadoso y piadoso REY, ? Por que se me hace tan dificil hacer lo correcto,? Por que no logro amarlo como quisiera?

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  5. Veo su obra en la Tierra y me maravillo, veo su bondad y me averguenzo, nos deja escrito como comportarnos, nos alimenta, nos sostiene, . ? Que puedo ofrecer a DIOS que sea bueno, limpio,? Estamos perdidos sin DIOS, las cosas pierden la sal y la dulzura si no son bendecidas por EL,? Como grabar solo lo bueno en mi corazon, o como borrar lo malo de mi memoria, como permanecer en mi juicio.

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  6. Tirar lo malos recuerdos me es imposible y mis acciones buenas he olvidado por lo escazas que han sido, ahora pues , en sus manos estamos , a unos regalara la salvacion , a otros tal vez no, aun asi, seguire persiguiendo su perdon y paz hasta el ultimo dia de mi vida, porque aunque no me salve despues, ahora tratare de vivir de su misericordia y bondad, pidiendole juicio y salud para los que a mi me siguen.

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