La Fe del Conde de Montecristo


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Una palabra de orientación al lector.

La primera parte es la introducción al tema. La segunda es un análisis de la paradoja neotestamentaria entre la fe paulina y las obras en Santiago, que te pido con paciencia también leas. Y la cumbre de mi propósito es la porción final que espero que la disfrutes y te sirva de consuelo.

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Introducción

La doctrina mas discutida en los días de la Reforma protestante del siglo XVI fue la justificación por la fe sola sin las obras de la ley, ya que por ellas “ninguno será justificado”[i]. Esta doctrina y todas sus hermanas llamadas “doctrinas de la gracia” son preciosas, no inventadas por Agustín, Calvino, Lutero, los puritanos, los hugonotes o los bautistas, porque son las doctrinas de los apóstoles y de nuestro Señor Jesucristo. Sin embargo todas ellas no fueron dadas solamente para ser creídas sino vividas. El amor de Dios se vive, su misericordia se vive. La justificación por la fe se vive, la redención se vive, la expiación se vive.

Las obras del Espíritu Santo se experimentan: el nuevo nacimiento, el arrepentimiento y la santificación. La inspiración de la Sagrada Escritura es un hecho. Y mencionando esto, la primera historia eclesiástica que tenemos en el Nuevo Testamento se llama Los Hechos de los Apóstoles, no sólo sus palabras sino sus acciones. Que fueron también los hechos del Espíritu.

Cuando uno madura (un eufemismo de “envejece”) se vuelve terriblemente real. Uno quiere confirmar millones de veces su salvación, o como dice el apóstol, hacer firme su elección.[ii] En relación conmigo, ahora que tengo la salvación “más cerca que cuando creí”, procuro disfrutar más aquellas doctrinas que he enseñado y por las cuales he contendido desde mi juventud. Son algo no sólo que creo sino de lo cual participo, son hechos que me conciernen.

Hablemos sobre la justificación por la fe, y digamos que la vida cristiana consiste en una vida de fe, una vida vivida con una “esperanza viva”[iii], contentos de haber arreglado la cuestión de los pecados contra Dios y haber recibido por la justicia imputada de Cristo, plena justificación y absolución. La justificación es tanto jurídica como moral y me permite vivir sin culpas, sin miedo y orgulloso de la gracia, gloriándome en el Señor.[iv] El propósito principal de la fe dada por Dios no es permitirle a la persona adquirir conocimientos teológicos per sé sino para vivir una vida de fe. Una vida social de fe, una vida doméstica de fe, una vida económica de fe, con buena o mala salud pero con fe. La fe no sólo es una necesidad para “agradar a Dios” sino para vivir una vida que valga la pena vivirla, una vida feliz y “estar contento cualquiera que sea la situación”. El encargo que tiene la fe en este mundo es conseguir fidelidad, lealtad, y también traer sonrisas, paz, bondad, esperanza, sueño y otras bellezas más. Ningún hijo de Dios debe vivir como un reo de la justicia divina ni con una vida miserable como si estuviera vestido de ropas viles y no de gala[v], vestido del Señor Jesucristo[vi]. En fin, el alma misma de la fe es el comportamiento, la actitud y el estilo de vida, y se transmuta en esperanza, bondad, mansedumbre, templanza, paciencia, o sea, en una vida en el Espíritu. La fe tiene que llegar a esa transmutación, alterando el carácter y el comportamiento, sin que haya jamás conflicto entre la teología y la práctica. Las obras no son salvadoras pero forman parte de la salvación.

Pablo dijo “el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley” (Ro 3:20, 28). Santiago dice lo opuesto.

Aparente paradoja

Santiago 2:20-26 (LBLA)

Pero, ¿estás dispuesto a admitir, oh hombre vano, que la fe sin obras es estéril? [21] ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre cuando ofreció a Isaac su hijo sobre el altar? [22] Ya ves que la fe actuaba juntamente con sus obras, y como resultado de las obras, la fe fue perfeccionada; [23] y se cumplió la Escritura que dice: Y Abraham creyó a Dios y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. [24] Vosotros veis que el hombre es justificado por las obras y no sólo por la fe. [25] Y de la misma manera, ¿no fue la ramera Rahab también justificada por las obras cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? [26] Porque así como el cuerpo sin el espíritu está muerto, así también la fe sin las obras está muerta.

Santiago no usa aquí justificación con el mismo sentido que la usa Pablo, ni está dirigiéndose al mismo tipo de público. Pablo dice que el justo por su fe vivirá sin las obras de la ley (Gal.3:11), y habla a aquellos judaizantes que insistían que para ser salvos había que guardar los ritos y las obras de la ley y con ella se vanagloriaban hasta el máximo. Santiago no habla a gente que obra sino a gente que no lo hace, que no quiere obrar.

El interés de Pablo es separar la fe de las obras y el de Santiago es unirlas. Para Pablo justificación es un acto legal para obtener el perdón, para Santiago es una aceptación ante Dios, una vida con frutos. Santiago piensa que la fe es algo práctico, que es un estilo de vida. Ni un punto menos. Lo de Pablo es alta teología, la del areópago, la de la universidad, la de los seminarios, la de la evangelización, la de Santiago es la teología del comercio, del hogar, de la calle, de la oficina, la del testimonio. Los malos cristianos que Judas conoció convertían en libertinaje la gracia de Dios y negaban a Dios y a Jesucristo con sus obras (Judas 1:4). Pablo las desvincula doctrinalmente, Santiago las une en la vida. Las dos posiciones son válidas. Su punto de vista es que la fe actúa juntamente con las obras, y la perfecciona. (v.22).

La justificación, si hablara en sentido legal como Pablo no diría eso porque es un error, no se puede perfeccionar ni ayudar en algo. La justificación paulina es un acto jurídico, una declaración de inocencia y consiste en el apropiarse de la justicia perfecta de Cristo, y no es susceptible de mejoramiento. Las obras, como se ve aquí por el ojo de Jacobo, no son otra cosa que fe visible. El fruto de la fe. Una prolongación de la vida del alma. En ningún punto la fe deja de serlo y se vuelve obra, sino que cree y acaba viéndose en los hechos. La fe lo que hace es materializarse, reconocerse, testificar de su existencia. Una fe que no es perfecta en hechos es un cadáver maloliente. Los que creen y obran son los amigos de Dios. Además de esas dos observaciones hay otra.

Veamos a Abraham en dos épocas. El caso que Santiago pone de Abraham cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar, v.21, se halla en Gen.22:1-14; 30 años después de la justificación que menciona Pablo en Gen.15:6, Ro.4:3-4. Santiago une dos textos muy distantes el uno del otro y cuando dice que se cumplió la Escritura… tal y tal, v.23, sepa que no había ninguna profecía al respecto cuando ofrece a Isaac, lo que sí había era su declaración de fe, que se ratifica como genuina en la obra. La conexión que hace Santiago es válida, la fe de Abraham hubiera sido vana si rechaza la petición de entregar a Dios su primogénito. Cuando él dice: “Se cumplió”, lo que quiere decir es: “No ven que yo tenía razón, la fe de nuestro Padre no era vana sino auténtica y eso se hace manifiesto en su obra”. Ambos manejan los mismos textos pero para probar fines diferentes. Aunque Pablo no hace uso de la petición sacrificial del niño.

Con respecto a la cita de Rahab la ramera, v.25, pasa lo mismo. La mujer fue justificada por haber creído, por su fe, como se dice en Heb. 11:31; pero su fe no fue muerta o estéril, y protegió a los espías. El espíritu de la fe son las obras, son las que la hacen una confianza viva, una profesión activa. El alma de la fe son las obras. Si afirmamos que somos salvos por medio de nuestra fe como dice Pablo, bien haremos si la chequeamos por lo que dice Santiago, por las obras. Si hay fe no fingida, se halla viva y testificante en la comunidad de los justificados.

Aplicación de estas reflexiones

Empecé este trabajo pensando en la realidad e importancia de vivir con fe. Abraham creyó a Dios aquella noche estrellada, y creyó a Dios cuando ató a su hijo sobre la leña e iba a degollarlo. Fue una terrible experiencia. Y la fe hizo que sobreviviera. Triunfó sobre lo absurdo. Desechó el pensamiento que Dios estuviera equivocado. No sólo demostró a Dios que creía sino que se elevó él mismo a un plano superior de vida.

En el caso de Rahab pasó lo mismo. Fue una situación difícil cuando escondió los espías judíos y desorientó a la policía de Jericó que los buscaba. Fue una traición a su gobierno. Una renuncia política. Una decisión que tuvo que tomar para dejarlo todo a cambio de su vida y las de los suyos. Y eso es lo que Dios quiere, no tanto que yo escriba un libro sobre la fe sino que en este mundo hostil donde crecen los espinos, donde sale el sol sobre justos e injustos, donde la tierra es maldita por causa del pecado del hombre, donde se ha derramado la sangre de tantos inocentes, donde los hombres y mujeres han perdido el honor de sus propios cuerpos y se burlan de los yernos que les amenazan con una lluvia de azufre y destrucción total, donde enfermamos y morimos, es aquí donde Dios quiere que vivamos nuestra fe. Hasta que él quiera.

Que demostremos que la doctrina de la soberanía suya es una realidad a pesar que no se vea que todas las cosas le sean sujetas, y muy a pesar de la plaga de terroristas y de los manejos equivocados de los políticos, y las decisiones suicidas de fanáticos que creen que las ideas triunfan con bombas y balas, en tiempos donde no parece que haya algún Ser Divino cumpliendo su sabio propósito, cuando nos parece que el manejo de todo está en las manos de los hombres y no de ningún Ser Espiritual, cuando no se cree en su omnipotencia, su providencia, su fidelidad, su amor y su justicia.

Dios quiere que creamos en la resurrección de los muertos y en la vida perdurable, pero más, que no tengamos miedo enfermarnos e ir al salón de operaciones, que no palidezcamos de susto cuando el diagnóstico es desfavorable, o el tejido canceroso quizás, que no nos angustie envejecer y perder la memoria y la capacidad de valerse por uno mismo. A seguir en la fe con un órgano menos. Como la misma fe de antes del accidente como después.

Que tengamos fe no sólo para pedir y recibir sino para pedir y no recibir y hasta para perder, para ser desgajados, desgarrados y llorar. Y sentir que la familia se ha disminuido, que la casa está más vacía, o que ya no hay la holgura de antes y falta el dinero, y hay temor de perder las propiedades, y hasta la reputación, cualquier cosa.

Bonita es la fe que canta ante un micrófono en la iglesia pero gloriosa es aquella que canta junto al cadáver de su hijo. Bonita es la fe que dice amén a una oración pero estremece aquella que declara “Jehová dio, Jehová quitó, sea el nombre de Jehová bendito”. No tenemos más fe que la que usamos para vivir. Y no se puede aumentar la fe sino con actos de fe y la fe, pienso, tiene un cinco por cien de intelecto y un 95 de obras.

La contextura misma de la fe, su cuerpo interior, sus músculos, sus órganos, su sangre, sus huesos y su piel, son las obras de fe. La desobediencia es un acto de incredulidad, lo mismo que la ansiedad y la preocupación, por humanas que sean esas cosas. No se sabe la fe que se tiene por las emociones y sensaciones que recorren el cuerpo sino por hechos, por cómo se toman las cosas, como se manejan y se aceptan, por la adaptación. La fe que “vence el mundo” es la que toma decisiones de fe, da pasos de fe, se ríe de lo porvenir, camina sobre las aguas, cree si Dios la libra o no, duerme en el suelo de un calabozo o sobre un cabezal. No necesita sedantes y espera, espera, siempre espera.

Como dijo Alejandro Dumas por medio del Conde de Montecristo. La fe tiene que acompañarla la paciencia y la templa el tiempo. Esperar, “no hay palabra más terrible que esa”. Una fe que aguanta 20 años injustamente condenado, traicionado, vendido, y que sirve para hacerle vivir resignado por las pérdidas, tranquilo ante un veredicto injusto, todavía creyendo y resistiendo cuando se envejece inútilmente, no esperando nada del futuro y esperándolo todo, perdonando y con sed de justicia, casi con hambre divina de venganza, fe para morir temprano y cuando no hay respuesta de Dios ni explicaciones, y el Padre Celestial calla…silencio, y parece desinteresado en nuestro asunto, fe en el sufrimiento cuando la vida niega rotundamente la existencia de la providencia y la bondad de Dios, cuando creer parece un disparate.

Una fe que no hallando a Dios sigue buscándolo, y aunque no lo llegue a encontrar sigue creyendo, porque ella tiene un origen divino y él tiene que existir, es una necesidad que tiene el mundo de que él exista. El no pudo habernos hecho eso, haberse ido o mudado a otro mundo. Una fe que cuando ya no sabe si queda algo de ella para aguantar, echa mano del recurso de la terquedad y la obstinación, de la estupidez y se sienta sin ojos, ciega, sola, esperando que llegue. Aunque nunca llegue.



[i] Rom 3:20; Ga 2:16

[ii] 2Pe 1:10

[iii] 1Pe 1:3

[iv] 1Co 1:31; 2Co 10:17

[v] Zac 3:4

[vi] Rom 13:14

Comentarios

  1. Abrahan levanto la daga para matar a su hijo, y , no solo eso , sino que se traslado al lugar que DIOS le indico , y durante todo ese tiempo , no dudo en ofrecer a su unico hijo al DIOS que se lo regalo. Cuando mi papa me tiraba hacia arriba y despues me sostenia, yo , tenia fe en que me sostendria abajo y reia . Pero el tiempo fue pasando , y el temor se agrando en mi y mi confianza se esfumo , en aquel tiempo mi inocencia , me hacia confiar en el. Mi inocencia ha desaparecido , mi temor ha aumentado, y la maldad ha hecho que dude, Isaac tenia suficiente edad para saber que iba a ser sacrificado ; mas no se, si su FE estaba en JEHOVA, o en Abrahan . SENOR mio, haz que por tu misericordia , vuelva a aumentar mi inocencia y valor, porque tal vez, estas, al volver a mi , traigan consigo la FE que antes tenia, y entonces logre con ello , acercarme mas a ti . Si usted desea, el hombre recibe energia sin elaborar alimentos, si usted desea el espirutud de vida sale o entra al cuerpo, entonces SENOR , tambien puedes hacer que mi espitud y mi entendimiento se gozen mas y mas al oir de ti, perdoname SENOR y ten misericordia de todos los que deseamos mas FE y AMOR DIVINO.Creo que voluntad tengo, mas la FE , apenas la veo.

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