Pedro Predica a Jesucristo

Hechos 10:36-43 (LBLA)

El mensaje que El envió a los hijos de Israel, predicando paz por medio de Jesucristo (El es Señor de todos), [37] vosotros sabéis lo que ocurrió en toda Judea, comenzando desde Galilea, después del bautismo que Juan predicó. [38] Vosotros sabéis cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con el Espíritu Santo y con poder, el cual anduvo haciendo bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba con El. [39] Y nosotros somos testigos de todas las cosas que hizo en la tierra de los judíos y en Jerusalén. Y también le dieron muerte, colgándole en una cruz. [40] A éste Dios le resucitó al tercer día e hizo que se manifestara, [41] no a todo el pueblo, sino a los testigos que fueron escogidos de antemano por Dios, es decir, a nosotros que comimos y bebimos con El después que resucitó de los muertos. [42] Y nos mandó predicar al pueblo, y testificar con toda solemnidad que este Jesús es el que Dios ha designado como Juez de los vivos y de los muertos. [43] De éste dan testimonio todos los profetas, de que por su nombre, todo el que cree en El recibe el perdón de los pecados.

Propiamente este es el cuerpo del sermón del apóstol Pedro; el tema es Jesucristo. Pedro se dio cuenta que lo que le faltaba a la religión de aquel grupo era el conocimiento el Señor Jesús, en su forma más simple y elemental.


I. La verdad histórica como letra espiritualmente muerta

Pedro les cuenta un resumen del histórico Jesús, al comienzo de su ministerio. El paso terrenal del Señor Jesús por la tierra de Palestina está resumido en los vv. 38, 39, su unción divina y poderes milagrosos. Estas cosas la audiencia de Pedro ya las sabía puesto que dice “vosotros sabéis lo que se divulgó (v.37); habían escuchado acerca de Jesús como una noticia social, en forma de información política, rumores y comentarios, pero no habían oído un sermón sobre la persona del Señor Jesucristo, acerca de él en forma de mensaje, con autoridad apostólica y relacionándolo a la vida de ellos.

Un sermón de salvación no es una información acerca del Señor Jesús, no es el recuento de una historia sino la aplicación esencial de su vida a la esperanza celestial de los oyentes. Para que la historia de Jesús te aproveche tienes que preguntarte, ¿qué propósito tiene la vida de ese Hombre, y qué relación tiene él conmigo? Para que la historia de Jesús aproveche tiene que tener un uso espiritual. Pedro no les dijo otra cosa que la que ya ellos sabían pero les añadió que la muerte de aquel hombre estaba relacionada con el perdón de pecados, de lo cual todos ellos tenían necesidad. La información social sobre Jesús no los había conducido a la salvación, seguían tan indiferentes a él como antes. No son tanto historiadores o libros de historia lo que el mundo necesita sino predicadores cristocéntricos de la palabra de Dios. La aplicación espiritual de la historia de Jesús es un privilegio de los que anuncian las buenas nuevas.

II. La verdad histórica convertida en palabra de salvación


Pedro establece una relación directa entre la unción de Jesús y su resurrección. A mí me parece que la palabra salvadora se halla en el suceso de la resurrección, más que en el despliegue de poder divino que Jesús mostró obrando maravillas. Sobre los portentos de Jesús el pueblo estaba bien informado; eran hechos innegables que podían ser recogidos por todas partes, pero de lo que no podían estar muy seguros era sobre los rumores de resurrección que afirmaban unos y contradecían otros.

Además, eran incapaces de establecer una relación teológica entre tal suceso, si es que hubo de ocurrir, y la vida de ellos. La especialidad de los milagros obrados por el personaje de Nazaret era la culminación de su vida, su muerte y resurrección. Desde este el apóstol Pedro entra a la vida intelectual de sus oyentes, para asegurarles que los rumores contradichos eran completamente ciertos, porque ellos eran testigos de la resurrección, lo habían visto con sus propios ojos y habían comido y bebido con él tras su regreso de entre los muertos.

Esto colocaba al Personaje más allá de una línea profética, de un hombre socialmente notable, como un evento enigmático, un sentido no meramente de confirmación social sino de importancia trascendental. Todos en la audiencia al escuchar esto agrandaron sus ojos y el interés ascendió hasta un clímax. El sermón traía algo nuevo y eso nuevo era la resurrección. Sus corazones palpitaban fuertemente; pero hasta aquí, aun la resurrección les llegaba como una información, propiciando la fe pero no todavía engendrándola. ¿Qué uso podría tener para ellos esta información?


III. Cómo la audiencia se individualiza y alcanza la fe


La fe tiene que nacer acompañada con el arrepentimiento; y para que se arrepientan aparece una doctrina que les engendra temor de Dios, que Jesucristo es el juez de vivos y de muertos (vv.42,43). En esta situación el sermón no es un instrumento para cambiar de religión, sino una fuerza viva para cambiar de vida; en este instante no se sienten un grupo religioso allí reunido sino como individuos, como personas, que tienen que enfrentarse ante ése que resucitó y que será el juez de los vivos y de los muertos.
En ese preciso instante la vida religiosa de ellos no cuenta, las buenas obras no son recordadas, las oraciones tampoco, cada uno de ellos se siente confrontado con la verdad anunciada y procura escapar por su vida. Este aislamiento espiritual que el mensaje produce, es vital para que sean palabras de vida. El origen de la fe es sólo un asunto entre el mensaje, la verdad y Dios. La asamblea está en vilo, todos se están salvando. Este es el mecanismo, pienso yo, de nuestra conversión. “Conociendo el temor de Dios persuadimos a los hombres
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Ojalá el Espíritu active con fuerza espiritual tu conocimiento histórico-social acerca de Jesús. La historia de Jesús te concierne. Dios lo ha elevado como príncipe y salvador tuyo pero también como tu juez y de todos los vivos y los muertos. Pregúntate si tu información acerca de Jesús tiene fuerza espiritual de cambio, si te humilla hasta el arrepentimiento, no para añadirlo a tu religión sino para tú entrar a él. Qué Dios te bendiga.

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