No sea abogado del diablo, ellos no quieren ser elegidos
Amós
3:2
“A vosotros
sólo os he escogido”.
Esto es una
reflexión para los que se sienten incómodos con la doctrina de la elección.
Implícitamente el Señor ha dicho: A ustedes los he elegido y a las demás
naciones las he ignorado. Así como suena. La doctrina de la elección en el NT,
especialmente desarrollada por Pablo, sistematizada por Agustín y popularizada
por Calvino, tiene sus raíces en el AT y la historia de la revelación de la
salvación con el pueblo de Israel. Mientras se hacía la historia del mundo
Jehová trataba con Israel y a las otras naciones las dejaba andar en sus propios
caminos (Hechos 14:16; 17:30). ¿Le parece eso injusto y falta de amor?
Sin
embargo, Israel en comparación con muchas naciones ha sido geográfica y
numéricamente un pueblo pequeño. ¿No hubiera sido mejor, dice usted, haber
escogido un pueblo que tuviera más gente como India o China? ¿Por qué escoger
tan pocos y dejar abandonados por siglos y milenios en sus tinieblas y pecados
a la inmensa mayoría? Dios por razones justas así ha obrado y yo estoy conforme
con su decisión. No defienda a los que no creen porque no solamente aquellos
pueblos no se merecían nada, sino que no preferían a Jehová sino a sus ídolos y
pecados. Es evidente que Dios no estaba apurado por salvar el mundo y obraba
sin prisa hasta “el cumplimiento del tiempo que envió a su Hijo” (Ga. 4:4). No
le concedió el privilegio de la salvación a todos y por eso se ve en la
evangelización que “no es de todos, la fe” (2 Tes. 3:2). La doctrina de la
elección particular no se revela de modo filosófico sino como un acto de Dios,
y con gusto podemos decir ‘sí Padre porque así te agradó” (Luc. 10:21). Y sin
controversia, “la salvación viene por medio de los judíos” (Jn. 4:22); es
semita y por extensión hebrea e israelita, de los profetas y Jesucristo.
Y si a
alguno no le parece bien que elija quién se ha de salvar, judío o gentil,
porque no lo entiende, no está de acuerdo y cree es injusticia, tiene que
enfrentarse al apóstol Pablo quien le responde que no tiene derecho a protestar
porque Dios es dueño de sus actos y hace con lo suyo, esto es, con su gracia,
misericordia y placer, lo que quiere, porque tiene para eso “capacidad,
privilegio, potestad y libertad” (Ro. 9:21).
Si usted para oponerse me citara que también la Biblia dice: “Dios no
quiere que ninguno se pierda, sino que todos
procedan al arrepentimiento” o “de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo Unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda
sino tenga vida eterna”, me daría cuenta que usted necesita un poco de ayuda en
lo que se llama hermenéutica o exégesis bíblica.
Para mí lo que sería raro es que Dios salvara
sin arrepentimiento, con la gracia común, sin forzarlos a entrar, sin la
violencia de la misericordia electiva, y que usted defendiera a quienes no
desean creer siendo abogado del diablo
porque sus clientes no aman la verdad y la contradicen todo lo que pueden, no
desean ir al cielo, no quieren la compañía de muchos millares de ángeles ni de
los espíritus de los justos hechos perfectos, aman la gloria de este mundo y no
la de Dios y no sólo hacen cosas dignas del infierno sino que las consienten en
los que las hacen, y las disfrutan (Ro. 1:32).
*Si después
de enfrentarse con mi teología no desea recibir MIS NOTAS BIBLICAS, lo
entiendo, dígame CANCELAR.
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