Aquí, aquí, aquí, donde estuve preso y a punto de pecar contra Dios

GENESIS 48:9
“Y José respondió a su padre: Son mis hijos, los que Dios me ha dado aquí”.

Son los hijos dados por Dios y tenía razón porque nuestros hijos son un don de Dios; quiso decirle, como padre orgulloso de sus dos hijos “míralos padre mío ¿no son bellos?”, y después le pediría a Efraín y Manasés que le dieran un beso al abuelo. Y el viejo no sacó del bolsillo una moneda para cada uno sino una espléndida bendición.

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Note que José le dice a Jacob aquí no porque tuviera otros hijos regados por el mundo, sino porque aquí quiere decir aquí donde fui vendido como esclavo, aquí donde llegué con tan malos recuerdos, aquí donde he estado preso, aquí donde estuve a punto de cometer adulterio, pero no lo hice porque Dios me dio fuerzas para correr y no miré atrás dejando a mi espalda la mala fama que me dieron, aquí donde Dios me ha hablado muchas veces, aquí donde he prosperado, aquí y no allá es donde yo debía estar para ser de bendición a mi pueblo y al mundo. Aquí no me arrepiento de haber venido a pesar de todo porque aquí me trajo la providencia. Por lo tanto aquí estaré hasta que se me cierren los ojos para siempre, entonces podrán llevarme y sepultarme junto a mis antepasados, aquellos con los cuales quiero resucitar. Aquí tengo mis hijos y aquí me he quedado y mientras Dios no cambie su plan yo sigo el que me ha dado, y no creo que vaya a recibir de él instrucciones contrarias de parte de dos o tres malos señores,  porque estoy en el apogeo de mi carrera de bendición cuando se hacen realidad los sueños que de joven arropé. Y se quedó en Egipto.

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