Lo que Dios ve y oye en una alcoba conyugal
GENESIS 38:8,9
“Y Onán sabía que la
descendencia no sería suya; y acontecía que cuando se llegaba a la mujer de su
hermano, derramaba en tierra para no dar descendencia a su hermano. Pero lo que
hacía era malo ante los ojos del Señor; y también a él le quitó la vida”.
Dios
conoce el corazón de todos los hombres y las motivaciones de sus acciones; y el
Señor también mira con quién se
tienen relaciones sexuales y cómo se
efectúan, porque el Espíritu dijo que el lecho matrimonial debe estar “sin
mancilla” (He.13:4). ¿No dice el Señor que se cierre la puerta de la habitación
y se ore en secreto porque Dios ve en secreto? (Mt.6:6). ¿O es que Dios entra,
si es que el “Viviente que me ve”, tiene que entrar, ¿sólo cuando lo que se va
hacer en la alcoba es un culto religioso? Cuando se cierra la puerta Dios no se
queda afuera, está dentro y ve y oye todo lo que pase. Siempre el matrimonio se
halla en la presencia de Dios. Onán no quería darle un hijo a su hermano porque
el primogénito no sería suyo, no llevaría su nombre y la herencia sería de él y
no del padre. Sería padre biológico del hijo, pero no legal.
Y ¿qué más le daba? De
todos modos, la herencia no sería suya tampoco si no engendraba un hijo. No
quería tener un hijo, criarlo y que llevara el nombre de otro. Y Dios lo estaba
mirando y le repugnó lo que hacía con su mujer porque en el matrimonio todo no es válido, hay cosas que se
pueden hacer por común acuerdo de la pareja, pero no de común acuerdo con Dios,
y “son dignos de muerte los que tales cosas hacen” (Ro.1:32). Las conciencias
de ellos pueden quedarse tranquilas, pero bajo condenación. Hay cosas que no se
hacen en el matrimonio que desagradan
a los ojos de Dios, y hay cosas que se dicen
e hieren sus oídos. Pero como “vergonzoso es hablar de lo que ellos hacen en
secreto” (Efe.5:12) yo me callo; y como dice Calvino, llego sólo hasta donde la
vergüenza me permita hacer comentarios sobre una alcoba conyugal.
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