La ciencia debiera ser menos ufana y más creyente
Salmo 19: 1-4
“Los
cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos.
Un día emite palabra a otro día, una noche a otra noche declara sabiduría. No
hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz,
y hasta el extremo del mundo sus palabras. En ellos puso tabernáculo para el
sol”.
“Salió
su voz…no hay voz ni palabras”. No se oye nada, sí se oye, no hay mensaje
alguno, sí hay muchos en toda la tierra. En qué quedamos ¿hay o no hay? Hay si “crees
que le hay”, o sea si tienes fe en que Dios existe (He. 11: 6). El que no tiene
fe no tiene ojos para ver ni oídos para oír, y no oye. Cree en “la madre
naturaleza”. “No hay mensaje, no hay palabras” pero la creación “emite
sabiduría”, hay ciencia e inteligencia en ella; está hecha por Alguien que la
pensó mucho y le salió bien, y “vio que todo era bueno en gran manera” (Ge.1: 31).
La creación no es muda sólo está en silencio. La BTX dice “no hay idiomas”, porque el idioma de la
creación es la ciencia; y cuando uno no
la oye de ese modo, el lenguaje que se escucha es el del paganismo o del
agnosticismo. Y si la ciencia persiste
en ser ciega e incrédula, entonces la
única alternativa es Jesucristo como creador, como palabra de Dios,
históricamente reconocido en los
evangelios. El gran descubrimiento de la ciencia será cuando descubra a Dios.
Los creyentes, los oidores de la palabra de Dios, no son los necios sino los
sabios. El sonido de la voz de Dios en la creación no es escuchado, porque el
ruido del pecado no la deja oír. El gran descubrimiento de la ciencia será
cuando descubra a Dios, y diga Dios de Abram, de Isaac, de Jacob, Dios de nuestro Señor Jesucristo. Debiera ser
menos ufana y más creyente.
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