Una carrera donde todo no es color de rosa y bonito
MARCOS 10:32-45; Mt. 20:20-28
(Mt.
20:17-19; Luc. 18:31-34)
“32 Iban por el camino subiendo a
Jerusalén; y Jesús iba delante, y ellos se asombraron, y le seguían con miedo.
Entonces volviendo a tomar a los doce aparte, les comenzó a decir las cosas que
le habían de acontecer: 33 He aquí subimos a Jerusalén, y el Hijo
del Hombre será entregado a los principales sacerdotes y a los escribas, y le
condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles; 34 y le
escarnecerán, le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas al tercer día
resucitará. 35 Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se le
acercaron, diciendo: Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos. 36
Él les dijo: ¿Qué queréis que os haga? 37
Ellos le dijeron: Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha,
y el otro a tu izquierda. 38 Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo
que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser bautizados con el bautismo
con que yo soy bautizado? 39 Ellos dijeron: Podemos. Jesús les dijo:
A la verdad, del vaso que yo bebo, beberéis, y con el bautismo con que yo soy
bautizado, seréis bautizados; 40 pero el sentaros a mi derecha y a
mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado. 41
Cuando lo oyeron los diez, comenzaron a enojarse contra Jacobo y contra Juan. 42
Mas Jesús, llamándolos, les dijo: Sabéis que los que son tenidos por
gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre
ellas potestad. 43 Pero no será así entre vosotros, sino
que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 44
y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. 45
Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para
dar su vida en rescate por muchos.
Es cierto que el NT fue escrito dentro de un siglo
de hostilidades anti cristianas, que en su fondo social se encuentran las
persecuciones, y que la Palabra de Dios es dada para esos nacientes momentos
difíciles. Fue el momento apropiado para que el evangelio fuera oído en el
mundo y visto de los ángeles. En estos posteriores veintiún siglos más o menos en todas partes, el fondo
de inconformidad con las doctrinas
del evangelio y con la figura de
Cristo ha permanecido, y esto ha hecho que el mensaje siempre sea vigente. Como
ya he mencionado el marco donde se dibuja la cuna del cristianismo está erizado
de peligros, y la confesión de Cristo y de su doctrina (v. 29) se convierte en un reto.
Por otra parte estos primeros líderes escogidos por
el Señor no parecen asustados cuando se les menciona en lo que se estaban
metiendo, a donde Dios los estaba conduciendo. Aunque el Señor les insistía una
y otra vez lo que a él le habría de ocurrir y que ellos no esperaran una mejor
suerte, tomaban algunas cosillas de la que el Maestro les decía, que a ellos
les gustaba, y en eso reflexionaban poniendo a un lado todo aquello que les
pareciera increíble que pudiera ocurrir a una Persona tan amable y buena y con
un mensaje de amor para el mundo. Semejante Persona y mensajes de ningún modo
podrían encontrar hostilidad, y ellos imaginaban que estaban entrando a una
carrera donde todo sería color de rosa y bonito.
Nuestro Señor una y otra vez les dice que están
equivocados que no podían en ninguna manera pensar que no se encontrarían con
grandes obstáculos, con grandes contratiempos, y sacrificios innumerables. La
vecindad del reino de Dios proclamada por Jesús era entendida por ellos de un
modo más político que espiritual. Y aquellos doce pescadores se ofrecían para
ser los directores del nuevo gobierno mundial del Mesías; ambiciones que nacían
en sus corazones y que desde la boca de Jesús no encontraban ningún fundamento.
Se imaginaban que habían dejado las redes para pronto ser servidos.
Todo este texto que incluye la conversación con el
joven rico, después el anuncio de la muerte de Jesús, y la petición de Santiago
y de Juan que termina en el v. 45, tiene un mismo trasfondo de testimonio y
peligro. Pero eso no fue lo que sintieron los discípulos sino que entusiasmados
con el tema del reino de Cristo y las inmensas recompensas compartidas, disfrutadas, pero
colectivas que tendría (10:29-30). Jesús les está hablando acerca de
"persecuciones" (v. 30) y lo que está dando a entender es la enorme
riqueza de apoyo fraternal que recibirían en cualquier región a donde fueran
expulsados. Es decir, les está prometiendo una providencia sonriente en medio
de emigraciones forzadas. No les dijo literalmente que se harían ricos en los
negocios de terrenos y casas sino que no serían abandonados, porque manos
amigas y techos ajenos se extenderían hacia ellos para darles refugio y
consuelo. Y eso no sería todo pues como lo habían sacrificado por causa de él y
del evangelio (v. 29), el Señor se sentía comprometido con ellos no dejándolos
solos y sin nada.
Sin embargo no sé exactamente cómo pero al menos
Santiago y Juan se hicieron idea que ya al reino de Cristo le faltaba poco y
ellos querían ser personas importantes en ese reinado, tan importantes como
para ocupar dos tronos juntos al suyo (vv. 35-37). En otro evangelio se dice
que trajeron a la madre para que ella fuera la que intercediera ante Jesús. Los
discípulos se veían ya coronados y como ejecutivos, dentro de un reinado
evangélico terrenal, algo así como un Milenio escatológico. Quizás el anuncio
de Jesús de su muerte (vv. 32-34) debiera ser organizado después del v. 45 para
bajarle los humos y cortarles las alas de las ambiciones a este grupito que
estaba haciéndose ideas raras de tomar un reino sin haber trabajado y sufrido
ni una sola persecución (v. 30).
Jesús no tiene ningún
miedo en conocer su futuro, y estaba seguro de lo que les estaba diciendo,
preparándolos para esos momentos trágicos, y demostrándoles que aunque lo viera
todo tan claro como si lo tuviera dibujado delante de sus ojos, recibiendo
azotes, escarnecimientos y escupidas, no se deprime ni cambia su rumbo sino que
se adentra en ese porvenir, sin miedo sabiendo que cumple así la voluntad de
Dios, y como bien les dijo a ellos que los tronos en el reino ya tenían nombre
(v. 40), lo que podría ofrecerles de antemano era sufrir lo mismo que él,
beberse la misma experiencia y sumergirse en un bautismo de persecuciones (v.
38). Ellos pedían una corona y Jesús les ofrece una cruz.
Jesús no engañó a sus seguidores prometiéndole un
porvenir rosado, con poder y beneficios que les convendrían. Los discípulos sí
querían eso. Habían ingresado al ministerio evangélico con ideas equivocadas de
lo que habrían de obtener (v. 28); y aquí no se menciona dinero sino poder y nombre. Jesús les dijo que no se
hicieran la idea de que tendrían iglesias para que los sirvieran sino que ellos
tomando el cargo serían los siervos de todos, y que no debían pensar en cargos
eclesiásticos del mismo modo que se piensa en la política y la sociedad (vv.
42-45). Y les añadió la doctrina de la redención por su sangre que
comprenderían muy bien después. Querían ser señores y Jesús les propuso que las
únicas plazas vacantes en su reino eran las de sirvientes. Y aunque a veces les
remuneraran con olvidos, desaires e ingratitudes, valía la pena concurrir al
llamado y asumir el oficio, pase lo que pase y demande lo que demande, donde
pasan cosas bonitas y otras muy feas, aunque no todo resulte color de rosas.
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