Cómo podría seguir siendo un autor sagrado
SALMO 51:11
“No
quites de mí tu santo Espíritu”.
Mi mayor
horror no es perder las bendiciones del Señor, que sin duda me harían llorar en
tierra, sino quedarme definitivamente
sin Dios. Cada vez que peco siento ese mismo temor de David, que el Señor quite
de mí su Santo Espíritu, o por lo menos su influencia y retroceda a ser como un
hombre cualquiera.
Así
pensaría David: “¿Cómo podría seguir siendo un autor sagrado, mantener mi
nombre con dignidad junto a los otros compositores del sagrado canon? ¿Cómo dejar de ser un hombre “conforme al
corazón de Dios”? No soportaría la idea que mis libros, frutos de mis
experiencias, labores, desvelos, que reflejan mis conflictos y éxtasis
espirituales sean desechados para siempre y que yo o nadie en el mundo pueda
leerlos ya con algún provecho y consuelo. ¡Oh no! No quisiera dejar de ser el
dulce cantor de Israel y reflejar la renovada imagen celestial.
“No
podría ya gobernar sin Dios, ¿quién podría librar las batallas de Jehová sin su
asistencia? ¿Quién dirigiría los escuadrones sobre los cuales me hallo puesto?
¿Cómo pastorearía con justicia a su pueblo? Ejemplos conozco de lo que es la
ausencia del Espíritu, ¿no le pasó eso a Saúl (1Sa.16:14)? ¿Y anteriormente a Sansón?” (Jue.16:20).
Creyente
amado, ¿no es ese tu pánico? Cuando veas que los textos de la Escritura pasan
por tus ojos y llegan a tus oídos serios, sin dirigirte la palabra, los
momentos son de susto. Cuando cantas y no puedes continuar....tu voz se te
quiebra en la garganta y exclamas ¡no puedo, no puedo!, cuelgas el arpa en el
sauce más cercano, hundes tu cabeza entre sus ramas y lloras
desconsoladoramente tu alma muerta. ¡Oh Dios!, tú eres mi luz y mi salvación,
quítame un pie si estorba o mi mano muerta caiga y mi tintero se seque, pero
nunca si eso fuera posible, tu Espíritu, porque prefiero entrar mutilado al
reino a que me quites tu divina presencia.
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