La extraña providencia de Dios

GENESIS  48:8-20

“Israel extendió su derecha y la puso sobre la cabeza de Efraín, que era el menor, y su izquierda sobre la cabeza de Manasés, cruzando adrede sus manos, aunque Manasés era el primogénito”. 

No podemos gobernar a Dios e imponer nuestros deseos sobre su bendición, su gracia fluye para donde él quiere. José sabía que el primogénito es bendecido primero y mejor; pero Dios puede usar excepciones y la ley no está por encima del Legislador. Debemos preservar siempre en nuestra teología la libertad del Espíritu Santo (1Co.12:11). Y no intentemos comprender completamente los procederes de Dios porque muchas veces están cruzados, son complejos y parecen equivocados, y operan en un sentido que puede causar disgusto a los que esperan una línea recta de un proceder normal sin cambio, como José con disgusto vio lo que su padre hacía y quiso que cambiara sus manos, que obrara en consecuencia con lo establecido, con lo tradicional, como siempre se han hecho las cosas, e Israel se negó y le enseñó que Dios puede hacer excepciones y hacer trazos que parecen equivocados pero son, para él, correctos. Llámale caprichos si quiere, a lo que Dios hace, pero son sus deseos; y “¿quién entendió la mente de Dios?” (Ro.11:34).  La soberanía divina es libre. La gracia de Jesucristo es libre. Si Dios te distingue, confórmate con el puesto y la posición que te dio. No mires para el lado para ver cuánto se le dio al otro ni te compares porque eso no es sabio, ni te disguste cómo Dios hace las cosas ¿no tiene él, derecho sobre lo que es suyo? Si quiere a otro hacerlo superior a ti ¿qué te importa, no eres tú grande? Si Dios hace las cosas cruzadas y alguno se disgusta, que no sea tú con quien ha procedido muchas veces de modo cruzado e inexplicable. No, no ha sido equivocación, no es un error de Dios, ni te imagines eso, ha sido adrede, ha obrado así, extrañamente, de modo sabio, con propósito, e intencionadamente. ¡Oh Dios de mis acertijos y encrucijadas!

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