La falta de vergüenza vende
Jeremías 13:26
“Levantaré sus faldas para que se vea su vergüenza”.
Cuando Dios creó al hombre y a la mujer conforme a
su semejanza les dio honor y gloria, y cuando las perdieron por su pecado se
sintieron culpables y avergonzados y se hicieron con hojas de higuera taparrabos.
Como sabían que habían hecho mal se sintieron culpables. La culpa y la
vergüenza son naturales y la cantidad de ellas depende de que sepa lo que es
bueno y lo que es malo. Mientras el concepto del bien y del mal exista, la
culpa y la vergüenza aparecerán. Si el concepto de pecado se elimina con él se
van la culpa y la vergüenza. Las dos se pierden.
El origen de la vergüenza es simultáneo con el origen del pecado y con
la violación de la ley de Dios. Los sicólogos y educadores modernos están
ayudando a borrar la diferencia entre el bien y el mal haciéndole creer a la
gente que es sólo un punto de vista, lo mismo que la verdad y la mentira, o sea
un asunto personal, y lo que es verdad y mentira o bien y mal para una persona
puede que no lo sea para otra. No mencionan el pecado, que es algo moral, sino
que hablan de adicciones. , y ellas son sujetas a tratamiento psicológico y no
a confesión de pecados a Dios. A eso llaman relativismo
y que “nada es verdad y nada es mentira,
todo depende del cristal con que se mira”. Para ayudar a esto desvinculan la vida privada
de la pública, dándole más importancia a la imagen que a la vida privada. La
vida es un teatro.
Una vez tenido éxito en desalojar del carácter la
idea de pecado, todo se vuelve lícito, sólo hay que tomarlo sin que nadie lo
impida, darse el gusto que se apetezca y disfrutar cualquier deleite sin
remilgo alguno, aunque para lograrlo haya que hacer daño, engañar, robar o
cometer un asesinato.
Si ya no hay pecado ni remordimientos ni culpa,
tampoco hay vergüenza para esconderse y tapar el sexo como hicieron Adán y Eva,
se pierde el rubor y el pudor y se puede hablar de todo enfrente de una cámara
de televisión, contar sonriendo los detalles más íntimos de un matrimonio o
enseñar cualquier parte del cuerpo sin que se considere provocación y descaro,
al contrario, la falta de vergüenza recibe aprobación y vende, y es lo que más
vende, y eso lo saben los productores y clientes donde el comercio entre ambos
crece y crece. Las damas dan sus noticias cruzando las piernas semidesnudas, o
se levantan las faldas ellas mismas y no Dios,
o salen a tomarse fotos casi vestidas como Eva, sólo con sus cabellos, o
protagonizan personajes que dan a entender que realizan el sexo ante
camarógrafos y espectadores, porque esas exposiciones hacen que suban los ratings y el precio de los anuncios
pagados.
Así es nuestra generación y contra lo cual las
iglesias hacen poco para enseñarles ética porque su deseo al reunirse es
sentirse bien, cantar, aplaudir, danzar, decir amenes y aleluyas, y predicar chistosos sermoncitos o
experiencias que alimentan el culto a la personalidad, y no enseñan la Biblia y
lo que es pecado porque eso sonrojaría el rostro y haría retornar lo que de él
se despidió: Vergüenza.
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