Es mejor quedarse sin bueyes que sin perdón
MATEO 13:34-35 44
“34 Todo esto habló
Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba; 35 para
que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: Abriré en parábolas mi
boca; declararé
cosas escondidas desde la fundación del mundo”; 44 Además, el reino de los
cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla,
y lo esconde de nuevo; y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra
aquel campo”.
Si no entiendes espiritualmente
la Biblia, no la entiendes nada, y para que así pase necesitas que el Señor la
aplique sobre tu entendimiento transformándolo para que luego pongas tu fe en
ella. El hombre natural no puede entender las cosas del Espíritu porque se han
de discernir espiritualmente.
Jesús siempre hablaba
por parábolas a la gente (v.34), y eso
hacía que su mensaje fuese bello. Es lo que se quiere decir citando el salmo
78: 2 en el v.35, cuando Asaf propone expresar los misterios y la sabiduría de
Dios en figuras de proverbios o comparaciones. No es tanto el cumplimiento de
una profecía como la adopción de un método.
Estas palabras no fueron
dichas por el Señor sino que son comentarios que los evangelistas hacen a la
serie; la impresión que dan tanto Mateo como Marcos es que se hallan fascinados
al oírle predicar. No pienso que lo digan tanto como recomendando el método a
los predicadores como para justificarlo en el Señor; algunos de nosotros somos
completamente incapaces de tener una mente tan fructífera para los símiles,
metáforas y comparaciones como el Señor, y algunos de sus siervos la han tenido
porque no es fácil encerrar en una parábola, un secreto, una revelación con
belleza y sabiduría.
Las parábolas del Señor
eran descripciones de su reino, la historia eran simples; servían para
comunicar un mensaje importante, casi totalmente urgente y serio. La anécdota,
tan popularizada por la hilaridad de muchos predicadores nunca fue utilizada
por el Señor porque no hay ni un solo indicio que sus sermones divirtieran. Sus
parábolas tenían un propósito con su contenido, enseñar o velar, no era lo que
hoy se conoce como ilustraciones de sermones porque ellas en sí mismas eran el
cuerpo del sermón, la verdad central, no una ventana que los alumbrara.
"Captar el interés" "hacer descansar la mente del oyente",
no fueron su propósito, al contrario rebosaban de sabiduría y pensamientos
intrincados.
Es una pena que hoy
nuestros auditorios estén tan habituados a oír ilustraciones y anécdotas desde
el púlpito que valoramos el sermón no por sus grandes exposiciones sino por el
número de similitudes que el predicador les ha conseguido.
La otra parábola que
sigue es la del tesoro escondido. ¿Qué aspecto del reino los cielos representa
el tesoro escondido? (v. 44). La respuesta es el aspecto que tiene la salvación
como centro, nadie vendería todo lo que tiene para comprar un campo si la
compra no fuese para él de más valor. La idea del Señor es que la salvación del
alma es lo más valioso que un hombre puede poseer y comparativamente para él
nada vale más; más que su padre, madre, hijos, tierras y que su propia vida. Si
para adquirir la salvación tiene que renunciar a todo lo que posee, lo hace
(Flp. 3: 8).
¿Para quién la salvación
vale tanto? Para el hombre que la halla; ese mismo hombre si no hubiese
hallado el tesoro no hubiese comprado el campo, la salvación es un misterio
"escondido" y aunque es valiosa en grado extremo, hasta que Dios no
se la revela no es capaz de dejarlo todo por adquirirla. El pecador que conoce
el misterio de la reprobación eterna daría lo que fuese por ser uno de los
elegidos, el que siente la mancha del pecado sobre su corazón daría cualquier
cosa por lavarse, el que ha conocido la pena que lleva el pecado, vaciaría su
tesoro por comprar de Dios el perdón de uno solo de sus pecados. ¡Cuánto no quisiéramos
que hoy el Señor te revelara el conocimiento de sus cosas! (11:25; Efe.1:18).
Amigo mío la parábola no
afirma que tú puedes comprar tu salvación, la salvación es de gracia, se
adquiere sin dinero y sin precio (Isa.55:1). Si tú vendieses todo lo que tienes
¿a quién traerías el dinero para que te diese la vida eterna? ¿A la iglesia? Ni
el pastor, ni los miembros, ni ningún sacerdote pueden negociar por dinero lo
que compró Jesús. Si alguien recibiese tu dinero por tu perdón, por tu
absolución, te estaría engañando y te tomaría tu dinero y no recibidas nada a
cambio sino sólo una ilusión del perdón (Hch. 8:18-22). No vayas a una iglesia
que vende la salvación.
Lo que el Señor quiere
enseñar es que el supremo valor de nuestras posesiones es el conocimiento de
Cristo que hemos obtenido y que si Dios por su gracia nos lo concede aunque nos
quedemos sin bueyes ni arado, sin techo ni haciendas, seremos realmente
afortunados. La renuncia a todo lo que por orden de la carne tienes sé que la
harías en el mismo momento en que Dios te revelara lo precioso que es Jesús,
nadie te lo exigiría sino que voluntariamente renunciarías, como Moisés a los
tesoros los egipcios. ¡Que Dios te lo muestre hoy!
Comentarios
Publicar un comentario