Atrévete y verás si la Biblia es un palo viejo
1 CRONICAS11:22,23
“Benaía hijo de Joiada,
hijo de un varón valiente de Cabseel, de grandes hechos; él venció a los dos
leones de Moab (otras traducciones ponen ‘dos hijos de Ariel’ ‘dos héroes de
Moab’); también descendió y mató a un león en medio de un foso, en tiempo de
nieve. El mismo venció a un egipcio, hombre de cinco codos de estatura; y el
egipcio traía una lanza como un rodillo de tejedor, mas él descendió con un
báculo, y arrebató al egipcio la lanza de la mano, y lo mató con su misma
lanza”.
Unos 7 pies y seis
pulgadas. ¡Dios mío, jamás he leído eso!; y “el egipcio traía una lanza como un
rodillo de tejedor, mas él descendió con un báculo, y arrebató al egipcio la
lanza de la mano, y lo mató con su misma lanza”. Este egipcio era un
gigante, demasiado grande y mejor armado que el pequeño israelita para que éste
pudiera siquiera escapar con vida y menos poder derrotarlo con un doméstico
cayado.
Permítame maniobrar el
texto y darle una aplicación. Considera la falsamente llamada ciencia
como un gigante con sus acompañantes los gigantes incredulidad, ateísmo
y mundo, colosales enemigos que rodean al pueblo santo y lo invaden. Considera
su arma proporcional a su estatura, larga como un rodillo de tejedor, como
símbolo de la razón, las investigaciones científicas y los muchos logros
obtenidos en los terrenos de la geología, paleontología, medicina, biología,
etc.
Y por otra parte el
pequeño hijo de Abraham con un arcaico cayado de pastor de ovejas, algo
así como un palo, que no es un arma de guerra, y pienso que es su Biblia.
El texto enseña que con ella solamente puede avanzar valerosamente, si sabe
manejarla bien como David a su honda, y defenderse de los argumentos y razones
y “llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo” y enfrentar a ese
enemigo enorme con una buena exégesis lo cual es equivalente, casi, a tomar las
acusaciones de la ciencia y con ella, como punta de lanza, clavárselas en el
corazón de su presunción.
El cayado y la onda no
son armas científicas y tal vez difíciles de usar fuera de la Tierra Santa,
pero dentro de ella donde todo tiene un significado teológico y está
santificado a Jehová, abaten a cualquier gigante presumido que ose poner un pie
dentro de los dominios del Espíritu Santo. Os lo aseguro que, si
sorprendo en algún libro algún filisteo o jebuseo universitario atacando la
Sagrada Escritura, decapitaré con la espada de dos filos en mi exégesis
histórico-textual- gramatical, todas las cabezas que tenga la hidra de sus
sofismas.
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