Las enseñanzas de Jesús mejorarían a los ciudadanos y la economía
Mateo 8.34
"Y toda la ciudad salió al
encuentro de Jesús; y cuando le vieron, le rogaron que se fuera de sus
contornos".
Estaban tan oscurecidos que cuando una pequeña luz les
resplandeció ante los ojos, quisieron que se apagara, escogieron seguir
viviendo en la noche, siendo inmundos, con los diablos, búhos, murciélagos y
muchos cerdos; pero vieron que la luz como el rayo, alumbra y mata. Con el
primer indicio del evangelio, de Jesús, del Espíritu Santo, de la iglesia, del
cielo, cierran las puertas como si viniera una fatalidad. Dijeron: "Así
estamos bien, nos acostumbramos, no nos hace falta nada mejor”. Le dijeron a
Jesús, "por favor vete de nuestras fronteras, de nuestros contornos, no
queremos la influencia tuya; haces bien pero nos perjudicas, la transformación
de las personas perjudica nuestro negocio". Y Jesús se marchó. No volvió
más. (Hch.19:23-27).
Y la población volvió a ser como antes,
siguió en su rutina, los ladrones minando, los adúlteros adulterando, las
rameras vendiendo sus cuerpos, los ebrios en las tabernas, los jugadores en los
casinos, la prensa liberal buscando el pecado de los ministros y
oponiéndose a la fe, los alcaldes aceptando sobornos, la prostitución
reconocida, las clínicas de abortos recibiendo a niñas embarazadas, los
políticos corrompiéndose, y en fin, el cristianismo pasando malos ratos con los
nuevos escándalos de los tele-evangelistas y los sacerdotes abusando de niños.
Cada día se hace más difícil la
evangelización porque la gente descreída no confía en los predicadores y los
tilda de manipuladores y aprovechados, y la sociedad está de acuerdo que le
cierren las puertas a Jesús y se le eche de la vida pública, los colegios, de los
medios de difusión masiva y de la educación familiar. La economía es más
importante que él, y si las enseñanzas suyas perjudican la manteca de cerdos,
los chicharrones y los bistecs fritos, entonces que se marche y no vuelva más
por ahí. No obstante si las enseñanzas de Jesús mejoran al hombre, lo hacen
mejor trabajador, mejor empresario público, mejor padre y mejor madre ¿cómo es
que dicen que no conviene el evangelio ni la creencia en Dios? Por supuesto que
la economía va a mejorar. No con malos cristianos sino en buenos cristianos.
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