Por qué Dios me trata como si no me conociera
“Y José, cuando vio a sus hermanos, los conoció; mas hizo como que no los conocía, y les habló ásperamente, y les dijo: ¿De dónde habéis venido? Ellos respondieron: De la tierra de Canaán, para comprar alimentos. Y dijo a sus hermanos: Mi dinero se me ha devuelto, y helo aquí en mi saco. Entonces se les sobresaltó el corazón, y espantados dijeron el uno al otro: ¿Qué es esto que nos ha hecho Dios? Entonces su padre Jacob les dijo: Me habéis privado de mis hijos; José no parece, ni Simeón tampoco, y a Benjamín le llevaréis; contra mí son todas estas cosas”.
Dios les complica un poco la vida, los maltrata algo, los asusta y no los castiga porque ya lo ha encaminado todo para bien, le ha dado un significado positivo al pecado de ellos, lo ha colocado como una pieza beneficiosa dentro de su proyecto, le ha cambiado el rumbo y con sabiduría ha situado el mal en el camino de la bendición. Ya el mal que hicieron fue transformado y sus efectos, aunque perduren como malos recuerdos y dolor, no surtirán más daño y sus frutos serán beneficiosos. Ahora que todo está arreglado, sólo quiere una simple confesión de culpabilidad, un reconocimiento del daño que se ha hecho, por razón de la misma salvación de ellos y por la relación familiar que lo requiere.
Dios no anda con un palo detrás de nosotros para pegarnos por nuestras iniquidades, sino que realiza la operación de injerto del mal dentro del bien para que nunca nos gloriemos del perdón que hemos recibido o de las bendiciones que nos hemos ganado, que no son nuestras sino suyas. No quiere nuestro dinero sino nuestra confesión de pecados. Esa fue la interpretación que le dio José al daño que le habían hecho y les pidió que no agonizaran espiritualmente para siempre con una conciencia culpable porque el Señor lo había arreglado todo, componiendo lo descompuesto, arreglando lo roto, sanando lo herido (45.4-8).
Jacob pensó que toda aquella “tragedia” era contra él (v.36); pero le diría: No son contra ti, son a favor tuyo, espera un poco, confía en la providencia de Dios y verás, lo que hoy te parece tan contrario y destructivo, es precisamente lo que más a favor tuyo está. Ríete de tus contratiempos, gózate en tus debilidades (2 Co 12), en escasez, enfermedad y muerte, para ti no hay mala suerte; con un poco de paciencia podrás dar gracias por todo.
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