Viejos no son los que se miran canosos y arrugados
“Y mis
hermanos, los que habían subido conmigo, hicieron desfallecer el corazón del
pueblo; pero yo cumplí siguiendo a Jehová mi Dios”.
Caleb vivió todos esos años
pensando que aún le quedaba algo que hacer. Había una promesa para él flotando
en el aire. No se sentía inservible a los ochenta y cinco años. No se había
apoderado de él el sentimiento de vejez y que ya no tenía uso, que no le
quedaba nada por hacer por Dios, por su nombre. No se dijo “ya acabé”, sino
“todavía me falta, no hay un paso entre mí y la muerte, me quedan muchos”.
Vivió con el espíritu de un joven, no para agasajar la carne como los jóvenes,
con intensidad. El ex-espía. Era un hombre de fe. Sirvió a Dios con fe,
positivamente, alentando al pueblo del Señor (Num.14:24). Es un gran pecado
desalentar la iglesia. Pero tiene una gran promesa tener algo que hacer dentro
de ella. La recompensa por lo que hizo le llegó cuarenta y cinco años más tarde.
¿No recuerdas a Mardoqueo por descubrir una conspiración que fue premiado como
ocho años después? No existe a los ojos de Dios mejor motivo para concedernos
el don de la salud y una vida larga que nuestra participación en la obra de
Dios, en la lucha espiritual, en el crecimiento de su palabra, en la conquista
y expansión del reino. El apóstol Pablo dijo que como le quedaban algunas cosas
por hacer en la iglesia, no moriría, aunque era “mucho mejor” (Flp.1:23). A
Josué Dios le dio una vida larga y le preservó su salud para que recibiera su
galardón; su fuerza a los cuarenta era la misma que tenía ¡a los ochenta y
cinco! (vv.10,11, etc.). Por supuesto que esto no es una regla para nadie
porque valiosos siervos del Señor han sido llamados por él a su presencia
siendo jóvenes y realizando trabajos muy prósperos. Calvino y Spurgeon murieron
a los cincuenta y siete, y David Brainerd a los treinta y tres, sin embargo, es
para imitar ese espíritu de Caleb que, aunque supuestamente encanecido y con
arrugas, no se sentía melancólicamente viejo y terminado sino con fuerzas
suficientes, como si tuviera cuarenta años menos. Si conservaba las
fuerzas de joven quiere decir que sus órganos estaban sanos, y si estaba
saludable, aun con muchos años, no era todavía viejo porque viejos son los que están enfermos y han
perdido su vigor, no los que como este ex espía, se miran canosos y con la piel
plisada.
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