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Mostrando entradas de enero, 2012

El amor al prójimo en la fidelidad matrimonial, al dinero y otras cosas

 Hebreos 13:1-6 Permanezca el amor fraternal. [2] No os olvidéis de mostrar hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles. [3] Acordaos de los presos, como si estuvierais presos con ellos, y de los maltratados, puesto que también vosotros estáis en el cuerpo. [4] Sea el matrimonio honroso en todos, y el lecho matrimonial sin mancilla, porque a los inmorales y a los adúlteros los juzgará Dios. [5] Sea vuestro carácter sin avaricia, contentos con lo que tenéis, porque El mismo ha dicho: Nunca te dejaré ni te desampararé, [6] de manera que decimos confiadamente:             El Señor es el que me ayuda; no temeré.             ¿Qué podrá hacerme el hombre? Cuando uno lee esas palabras se sorprende y piensa ¿qué conexión podrá tener esta porción con lo dicho anteriormente? Es un salto desde la doctrina hacia la práctica, y aquí se inicia esa hasta el final, y su inicio escogido es el amor fraternal haciéndome pensar que no necesariamente hablando sólo del amor

El evangelio y la acción social

Juan 12: 1-8 (Mt. 26: 6-13; Mr. 14: 3-9)   1 Seis días antes de la pascua, vino Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, y a quien había resucitado de los muertos. 2 Y le hicieron allí una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con él.   3 Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume. 4 Y dijo uno de sus discípulos, Judas Iscariote hijo de Simón, el que le había de entregar: 5 ¿Por qué no fue este perfume vendido por trescientos denarios, y dado a los pobres? 6 Pero dijo esto, no porque se cuidara de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella. 7 Entonces Jesús dijo: Déjala; para el día de mi sepultura ha guardado esto.   8 Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros, mas a mí no siempre me tendréis. ¿Quién era Judas para opinar de

Pedid de favor que os abran la Biblia

“¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?” (Luc. 24:32) . Si queréis que una habitación se ilumine, ¿no encendéis una llama? Y si queréis que se caliente, ¿no armaréis un fuego? Si el hogar ha comenzado a apagarse es sensato que le pongáis más leña porque sin ella “se apaga el fuego” (Prov.26:20). La lengua chismosa puede encender un fuego que “inflame la rueda de la creación”, pero ¿qué pasaría si esa lengua ardiente es la de un profeta, la de un apóstol, la del Espíritu Santo? Las palabras dichas por Jesús también hacen arder el corazón de los discípulos y ellos reflexionando en retrospectiva dedujeron que era él porque ningún otro podría atizar tanto las brazas de sus corazones como el Hijo de Dios. Si queréis que vuestro corazón arda de nuevo y la llama brote de debajo de las cenizas que ahora cubren vuestra madera, tenéis que encender un fuego dentro de vosotros mismos, o mejor dicho, acudir al Señor, sea ley

No llores más en la provincia apartada

“¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan y he aquí yo perezco de hambre!” (Luc.15: 17). Cuando el Señor se propone que alguien le busque para atraerlo a una comunión más íntima con él suele crearle una fuerte necesidad . Si el hijo pródigo no hubiera caído en tantas estrecheces, si no hubiera sentido los aguijones del hambre en su estómago no hubiera recordado la mesa bien surtida que en casa de su padre los jornaleros del campo disfrutaban. Sentir hambre no es una sensación grata, pero los que más disfrutan el festín son los que mejor apetito tienen. Un apetito cerrado, anorexia, como dicen los galenos, es funesto para la salud y la vida. Sentir hambre de Dios es experimentar la desagradable sensación de no sentirlo cerca, de tener la impresión que se ha ido, que la comunión se ha roto, que no se camina con él como antes, que no se ora como otrora, que no se disfruta su compañía como meses atrás, que algo se ha quedado abandonado. Dios no quiere que s